martes, 22 de junio de 2010

- Capítulo 2 - Cambios Radicales (Parte 1)

Capítulo 2


Cambios radicales

—Necesito que me acompañes —expresó Mike, con una voz amenazante. Tenía tomado a Felix de la coronilla, y le miraba con unos oscuros ojos que reflejaban peligro.

—¡Mike, ¿qué coño haces?! —gritó Felix, intentando liberarse. Como Mike sólo le sostenía con la mano, no fue difícil. En cuanto el chico logró zafarse, se giró y subió los puños, en guardia.

—Oye, oye —dijo Mike, moviendo las manos de un lado a otro—. Sólo estaba jugando, tío, no te pongas así.

Felix bajó los puños, pero sólo un poco. Miró a Mike con desconfianza, pues parecía que iba a decir algo más:

—Además... ¿Qué clase de guardia es ésa, por Dios? Con una simple patada ascendente te rompo por lo menos cuatro dedos.

Felix siguió a su nuevo amigo, Mike, de regreso al túnel de árboles. El par pasó de nuevo frente al centro de computación, el gimnasio y la cafetería. Ésta última tenía ventanas en dos de las paredes, por lo cual se podían ver a las animadas personas disfrutando de sus alimentos. Con lo poco que Félix pudo ver, supuso que cabrían un poco más de 100 personas en el lugar. Aunque el chico no pudo estar completamente seguro, juraría que también había mesas detrás del edificio.

El par de jóvenes subió de nuevo la escalera que llevaba al túnel y caminó unos diez metros antes de detenerse frente a dos columnas que señalaban una división del camino. Dos pinos adornaban los lados de las columnas, y una señal semi-oculta entre las hojas decía “Teatro”. Si girabas por ese camino, podías ver claramente cómo el túnel de árboles era reemplazado por una especie de cerca formada por arbustos.

—¿Cómo es que no lo vi? —pensó en voz alta Felix, admirando los dos árboles que se encontraban al lado de cada columna.

—Estabas bastante ocupado golpeándome con mi libro —respondió Mike, tomándole de los hombros e incitándole a seguir el camino.

Felix observó con sorpresa el lugar donde se alzaba el auditorio de la academia. De ancho, mediría por lo menos setenta metros. No obstante, Felix fue incapaz de calcular el largo del edificio desde su posición.

Pese a que no se podía ver de qué estaban hechos los muros, Felix supuso que eran de concreto sólido, cubiertos por las gigantescas losas de cantera en el exterior, que iban desde el verde césped del suelo hasta la punta del edificio. Lo que más llamó la atención del chico fue que el muro donde se encontraba la puerta no estaba hecho de ningún tipo de piedra. En realidad, estaba constituido por gigantescos trozos de cristal unidos por soportes metálicos, acomodados limpiamente dentro de un marco de la misma piedra que las demás paredes. Hechas de cristal también, cinco puertas dobles estaban abiertas de par en par, como incitando a entrar a cualquiera que pasara por allí.

—Y allí tienes, F, el edificio que más nos enorgullece: El auditorio —expresó Mike, a espaldas del chico. Caminaron los escasos veinte metros que restaban hasta la entrada del teatro, hasta encontrarse dentro del lugar. Felix dejó salir un “Woa...” al ver que el muro de cristal no estaba en una posición de noventa grados, sino que inclinado hacia afuera.

Felix no pudo decidir qué era más impresionante, si el interior o el exterior del teatro. La parte interna estaba hecha, tal y como supuso Felix, de los bloques comúnmente usados para los muros. Sin embargo, lo que lo hacía tan bello era el mural que lucía tanto en las paredes como la cóncava bódeda.

—¿Dionisio? —preguntó Felix, mirando el mural que exhibía al dios griego, montado sobre lo que parecía un burro, con una copa de vino en la mano, y rodeado por decenas de ménades que sostenían racimas de uvas.

—Efectivamente —confirmó Mike, dándole una palmada a Felix en el hombro, e invitándole a continuar. El chico pasó de largo las taquillas y se metió por una de las dos puertas de madera que llevaban a los asientos y al escenario.

Como en la mayoría de los teatros, los asientos se encontraban divididos en tres grupos. Felix supo después que cada grupo estaba constituido por veinte filas de veinte asientos cada una. Los susodichos eran retráctiles y estaban hechos de terciopelo rojo, dándole al lugar una apariencia muy familiar, resaltada por la mullida alfombra del mismo color.

El escenario había sido, lógicamente, construido por madera. Se alzaba dos metros del suelo, sin contar los otros dos de la zanja artificial donde los músicos se alojaban para así tocar durante la función, casi invisibles para el público.

—¿Qué sucede? —inquirió Felix apenas entró al lugar. Había varios grupos de alumnos caminando de un lado al otro, principalmente en el escenario y la parte tras bambalinas.

—Descuida, es cosa de todos los años —comenzó Mike, guiando a Felix, atravesando el teatro, hasta el escenario. Impulsándose con los brazos, el primero subió a la tarima sin usar las escaleras, cosa que el último sí hizo, sin complicarse. Estando ya arriba, Mike continuó—: El club de teatro es uno de los pocos que se reúnen aún sin que las actividades hayan empezado, pese a que comienzan con la escenografía y el vestuario, solamente; el próximo lunes, cuando empiecen las actividades extracurriculares, será cuando comiencen con las audiciones para los papeles de la obra de este semestre.

—¿Sabes de qué irá? —preguntó Felix, interesándose al ver que un chico examinaba con repugnancia unas medias de color negro.

—De una princesa y un sirviente, o algo por el estilo —respondió Mike, a la par que se metía tras bambalinas. Felix le siguió, tropezándose con un par de cables y recibiendo quejas por ello.

El par de chicos le dio la vuelta al lugar, llegando a la parte del teatro que se encontraba tras el telón, donde se encontraban los camerinos, el vestuario y montones de escenografía. Mike se acercó a un chico y le dijo:

—¡Oye, Joseph! —el chico se giró y miró a Mike con un poco de sorpresa. Ambos se saludaron con un entusiasta abrazo, e intercambiaron algunas palabras sobre sus respectivas vacaciones.

—Amigo, ¿no sabrás dónde está Michelle? —preguntó Mike— Verás, necesito su ayuda… Este tío, F, necesita un cambio. ¡F, ven y preséntate!

Felix soltó un “Oh”, antes de caminar en dirección al supuesto Joseph. El chico le ofreció su mano, y recibió una cálida respuesta.

Joseph era un pelín más alto que Felix; y más fornido, además. Como bien se enteró el chico más tarde, solía ir al gimnasio del colegio frecuentemente. Su cabello, de color negro, estaba cortado casi a ras, como suelen llevarlo los militares, lo cual le hacía parecer alguien rudo, contrario a su personalidad. Por otro lado, se encontraban sus ojos vivaces, negros también, que manifestaban lo amigable que era.

—Michelle está en ese camerino de allí —señaló una puerta que estaba detrás de Mike—, haciendo algunas cosas sobre el vestuario. ¿Es él, Michael? —preguntó Joseph, señalando a Felix sin siquiera mirarle, como si simplemente no estuviese allí.
—Mike —corrigió el chico, antes de decir—: Y sí, es él. Sólo mira su cabello —el muchacho tiró de un mechón del cabello de Felix—. Realmente necesita que Michelle le haga algunos cambios.

Fue entonces cuando Felix descubrió a qué se refería Mike: ¡Le iban a cortar el cabello! Mike no había olvidado el asunto, ¡lo había ignorado y había llevado a Felix directamente a la boca del león! Recordó lo que Mike le había dicho sobre su aspecto cuando se encontraban sentados en la biblioteca: “Tengo una amiga en el club de Teatro... Suelo ir con ella a cortarme el cabello, ¿sabes?”

—¡Mike, no! —se negó Felix, intentando retirarse del lugar. Pero Mike fue más rápido, poniéndose detrás de él y empujándolo sin reparo alguno al camerino.

—¡Mike, sí! —se burló éste, dándole el último empujón a Felix. Ambos perdieron el equilibrio con el golpe y se precipitaron repentinamente al interior del camerino. Mike se apresuró a cerrar la puerta tras él, sin olvidar poner el pestillo y agradecer a Joseph con un grito:

—¡Muchas gracias, Joseph!

—¡Cuando quieras, Michael!


—¡Michael Johnson! —gritó una voz femenina, que salía desde algún lugar detrás de un largo perchero, del cual colgaban decenas de disfraces para las obras de teatro habidas y por haber. Había ropa moderna, ropa de la edad media, de la revolución francesa… También varios disfraces, como uno de hechicero, uno de caballo y uno que era de un color verde brillante, tanto que Felix consideró la posibilidad de que fuera un disfraz de alguna verdura.

—¿Pero qué crees que estás haciendo? Entrando al camerino sin permiso algu… —la chica que acababa de salir de su escondite se interrumpió al ver a Felix. No era alta, mediría tal vez un metro y sesenta, y tampoco tenía un cuerpo exuberante, aunque seguramente sí atraía bastantes miradas. Se peinó su liso cabello castaño con las manos, pues lo tenía un poco alborotado, y miró apenada a Felix con sus brillantes ojos miel.

—Ah… —balbuceó, al ver al chico que la miraba con incomprensión. Se sonrojó un poco y miró al suelo, frotándose las manos y moviendo su pie izquierdo, manifestando lo apenada que se encontraba.

Mike se acercó a la chica y la rodeó con un brazo cariñosamente. No de una manera íntima, sino tal y como lo hacían los amigos. Le miró sonriente y le dijo:

—Verás, Mi-Mi… —comenzó a decir Mike, pero fue interrumpido inmediatamente por la chica.

—No me llames Mi-Mi si no quieres que te diga Michael —amenazó, apuntándole con el dedo índice. Mike hizo una mueca, se separó de Michelle y se interpuso entre ella y Felix alzando los brazos y dejándolos caer de nuevo, expresando que se daba por vencido. O por lo menos con esa estrategia…

Mike acarició lentamente a Michelle en la barbilla, lo cual provocó que ésta se estremeciera. El chico acercó peligrosamente a los labios de la muchacha, pero se desvió al último momento y le habló en el oído con un susurro un poco sensual, pese a que no era la palabra más adecuada:

—No querrás que lo haga… Y menos frente a él, ¿no…?

Michelle se tapó la boca con la mano, ahogando un grito, a la par que daba varios pasos hacia atrás. Mike se acercó a ella lentamente, acorralándola contra la pared. La chica retrocedió tanto que parecía que estaba sosteniendo el muro con la espalda. Felix, en cambio, aún seguía parado en el mismo lugar desde que había entrado, lleno de curiosidad.

¿Acaso hay algo entre Mike y Michelle?, pensó el muchacho, preguntándose qué era lo que Mike tenía planeado.

—¡Ah, las cosquillas! —exclamó éste entre risas, a la par que comenzaba a picarle a la chica con la punta de los dedos en el abdomen. Ésta comenzó a reír de manera incontrolable, mientras intentaba apartar a Mike por medio de rápidos manotazos.

—¡¡M-Mi-ike!! ¡¡Pa-a-ara yaaaa!! —pedía entre carcajadas, con los ojos cubiertos de lágrimas. Había parado de darle manotazos a Mike, y los había sustituido por puñetazos poco certeros, que el chico podía esquivar fácilmente al agachar la cabeza o arquearse un poco.

Finalmente Felix decidió intervenir. Con una bien calculada zancada, se colocó detrás de Mike y le picó ambos lados del vientre con los índices. Éste dio un respingo e intentó alejarse de su amigo, entre risas; pero al dar el salto hacia atrás, le golpeó en la barbilla con su hombro, y ambos cayeron al suelo con un estruendo.

(Continúa en la parte 2)

3 comentarios:

  1. Muy bueno, aunque con los nombres no te esmeraste mucho no? Michael, Michelle jAJAJA
    Nada era broma.
    Ahora toca esperar al martes que viene!!

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  2. De hecho sí me esmeré xD No fue fácil buscar nombres que quedaran con el personaje y que al mismo tiempo me gustaran ^^U

    ¡Gracias por tus comentarios~~!

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  3. jajaja Ya me imagino, era una broma por la similitud.

    Gracias a ti por escribir asi de bien. =)

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