miércoles, 25 de agosto de 2010

Capítulo 11 - Preparativos (Parte 2)

Lo prometido es deuda. Tras llegar a los 5 Me Gusta, aquí está la parte 2.
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Felix contempló a sus compañeros con una sonrisa. Michelle, Samantha e Ethan no tuvieron ningún problema en elegir su arma. Mike y Vince, por otro lado, parecían tener dificultades para encontrar la que fuese ideal para ellos.

—¡Las Tortugas Ninja! —rió Mike, sacando un par de sais, tales como los usados por la famosa tortuga Rafael. La gran mayoría de los ataques del chico eran a distancia, por lo que un arma no era realmente necesaria. Sin embargo, con la personalidad impulsiva de Mike, un arma para un veloz y agresivo cuerpo a cuerpo le quedaba muy bien.

—¿Estamos ya todos? —preguntó James, aunque sólo miraba a Vince. Éste último asintió, mientras intentaba desenganchar una hoz encadenada de un bardiche. Cuando finalmente logró separarlos, tomó este último con ambas manos y lo movíó, con mucho cuidado, de un lado a otro.

Durante una pelea, los ataques de Vince podían ser muy lentos, a pesar de que el chico era muy rápido. Un arma como el bardiche, veloz y para atacar desde una distancia segura, compensaría el tiempo que perdía al usar su Psique.

Ethan, por otro lado, mostró un manriki, un arma japonesa que consiste en un par de pesos metálicos unidos por una cadena. El chico prefería usar su Psique para atacar, en lugar del cuerpo a cuerpo o los revólveres. Felix pensó que sería ideal para conducir la corriente eléctrica del chico una vez golpease al enemigo y le atara con la cadena.

Michelle levantó una naginata. Una hoja muy parecida a la de una alabarda atada a un largo mango de madera. Michelle podría usar el agua tanto para atacar como para defender, igual que la naginata misma. Era perfecta para un estilo de pelea balanceado, fluido y basado en la flexibilidad.

Felix abrió los ojos como platos al ver el arma elegida por Samantha: una voluminosa guadaña. Aunque, después de pensarlo un poco, le pareció una buena decisión. El Psique de la chica no era precisamente ofensivo, por lo que una hoja tan letal como la de una guadaña sería ideal para dar el golpe final después de paralizar al enemigo.

Finalmente, James tomó con decisión una espada de una mano del montón. Al igual que Samantha, su Psique era más defensivo que ofensivo. Sin embargo, el estilo del joven era completamente distinto al de la chica. Sus técnicas no servían para paralizar, por lo que un arma para atacar rápidamente sería perfecta para él. Además, con la libertad para atacar horizontal y verticalmente, dar estocadas y golpear con la empuñadora, James se convertiría en una máquina de matar.

—¿Qué hay de ti, Flynn? —preguntó James, señalando el montón de armas con una sonrisa.

—Yo ya he decidido. —contestó Felix.

—¿Ah, sí? ¿Y qué será? —inquirió James—. Déjame decirte que te quedaría muy bien llevar unas dagas para el cuerpo a cuerpo. Aunque si quieres una distancia más segura, una katana sería perfecta. O tal vez, la hoz encadenada que Vince tomó hace un poco...

—Una espada sobre mi brazo. —cortó el chico. Luego, tras tragar saliva, añadió—: Como la de Nebiros.

Hubo un silencio incómodo. Algunos le miraban con sorpresa y otros con una sonrisa, aunque, de todos modos, ninguno sabía qué decir.

—Ah... Pues... —balbuceó James—. Lo que me pides es...

—¿No puedes?

—No, ésa no es la razón. Tardaremos en hacer una espada... —James dudó un poco— retráctil como la de Nebiros.

—Un pequeño mecanismo como el de las puertas corredizas y una batería pequeña bastarían, en mi opinión. —intervino Ethan.

—¿No le estorbaría a Felix? —preguntó Michelle.

—Si conseguimos el largo perfecto, no le estorbará para nada. —contestó Vince.

James suspiró antes de continuar:

—Lo intentaremos, Flynn, pero no te prometemos nada. Será mejor que tengas una segunda opción, sólo por si las dudas.

Dicho esto, James tomó con cuidado algunas armas y salió de la habitación. El resto del PP hizo lo mismo, aunque tuvieron que hacer dos viajes esta vez, pues les sería imposible levantar la misma cantidad de armas que antes sin hacerse algunos cortes.


—Tienes una obsesión con Nebiros, ¿no crees? —dijo Mike a Felix, una vez habían dejado todas las armas abajo, para que las recogieran luego y las llevaran de vuelta al lugar de donde habían venido. Igual que hacía un rato, Felix y Michelle estaban sentados en la cama, y Mike dando vueltas en una silla.

—Me venció con tanta facilidad... —murmuró Felix—. Debo ser más fuerte, o tal vez la próxima vez no pueda... —miró a Michelle— protegerles...

—Por cierto... ¿Aún no sabéis que significa lo de “dos mitades”, o como sea que el tío haya dicho? —preguntó Mike.

Michelle y Felix negaron con la cabeza.

—Teorías tenemos. —comentó Michelle—. Dos mitades dan un entero, así que podría ser cualquier cosa: un mes, una semana, un semestre...

—No lo sé... —apuntó Felix—. En ese caso no se hubiera complicado, ¿no?

—Quién sabe. Después de todo, es el enemigo. —expresó Mike, encogiéndose de hombros—. ¿Además, qué otras mitades podrían ser?

El trío se sumergió en sus pensamientos, intentando descubrir el simple, pero al mismo tiempo complicado acertijo que Nebiros había dejado como testimonio. “Antes del primer ataque, tienes sólo dos”. “Dos mitades”. ¿Dos mitades? ¿La mitad de una semana, multiplicada por dos, por ejemplo? No tenía sentido. Tal y como había dicho Michelle, el resultado siempre era un entero, por lo que podía ser cualquier periodo de tiempo preestablecido.

Repentinamente, varios golpes metálicos sacaron a los chicos de sus pensamientos. Felix pensó que las armas podrían haberse caído de nuevo, pero recordó que Mike había dicho que estaban todas en la recepción. ¿Entonces...?

—¿Habrá sido en la cocina? —inquirió Felix. Mike y Michelle se pusieron de pie, tal y como la última vez.

—Puede. Tal vez se cayeron algunas ollas. —apuntó Michelle.

—Mike... ¿Cerraste la ventana de la cocina anoche? —preguntó Felix, lanzándole una mirada fulminante al nombrado. El chico se estremeció, por lo que Felix dedujo que no lo había hecho.

—¡Ésa no tiene barrotes, Mike! ¡Si alguien la encuentra abierta...!

Felix se detuvo al escuchar de nuevo aquellos objetos caer. Sí, sonaba como si alguien estuviese tirando los utensilios de la cocina.

Mike y Michelle se miraron y asintieron con la cabeza. Tomaron con decisión sus nuevas armas, que habían dejado en la alfombra, y salieron de la habitación tan raudos como fueron capaces. Felix pudo escuchar los pasos de Michelle bajando la escalera, y el golpe que Mike seguramente había provocado al saltarla por completo.

—¡¡Atrapadlo!! —el chico se sorprendió un poco al escuchar el grito de James, que venía desde el piso de abajo. ¿¡Se había colado alguien al dormitorio!?

—¡Va hacia mi habitación! —exclamó Mike. Felix se quedó helado.

—¿N-Nebiros? —susurró— ¿Han pasado ya las dos mitades? ¿Dos mitades de qué? Ha pasado un día... Dos mitades... ¿Dos mediodías? No tiene sentido; eso es...

—¡Que no escape!

Los pasos de los miembros del PP le advirtieron al chico que algo se acercaba por el pasillo.

Felix no tuvo tiempo siquiera de armarse con su Psique, y casi le dio un infarto cuando una figura negra atravesó corriendo la puerta. Veloz como un rayo, saltó en dirección a la cama de Felix. Incapaz de moverse, el joven no pudo hacer más que cubrirse el rostro con sus brazos.


—¿Un... gato...? —expresó Felix, al sentir al peludo animal acurrucarse entre sus piernas a la par que ronrroneaba.

—¡Bien, F lo ha atrapado! —exclamó Mike, victorioso, con sus sais en alto, mirando a Felix desde la puerte.

—¿Crees que puedes traerlo, Johnson? —preguntó James, desde algún lugar del pasillo.

—Ah, no sé... Puede que se asuste, como hace rato. —contestó Mike—. Tal vez si entro a la zona...

—No sabemos qué efectos puede tener esa atmósfera sobre el animal. ¿Tienes las agallas para experimentar con un pobre gatito?

Mike tragó saliva, nervioso.

Felix miró al animal. Era un “gatito”, como lo había llamado James, de color negro y brillantes y penetrantes ojos verdes. No era un adulto todavía, aunque tan poco era una cría completamente.

—Bueno, puede valerse por sí solo. —comentó Felix—. Pero creo que aún así es muy joven para dejarlo ir como si nada.

—Oh, no... Alerta, alerta. —señaló Mike.

—¿Y si...?

—¡Peligro!

—¿...lo...?

—¡Alerta roja!

—¿...conservamos?

—¡Impacto! —exclamó Mike, cubriéndose el rostro con las manos—. ¿Por qué has tenido que decirlo?

—Creo que sería bueno tener una mascota en el dormitorio. —respondió Felix, acariciando el lomo del gato negro, que parecía disfrutarlo.

—¿Nos lo quedaremos? —se escuchó decir a Michelle.

—Yo voto que sí. —intervino Vince.

—¡Un gatito! —exclamó Samantha.

—Mientras no rasgue mis cosas, no veo por qué no. —señaló Ethan.

—¡Las reglas de este dormitorio se basan en los “Por qué no”! —replicó Mike.

—Bueno, Mike... —dijo Felix—. Cinco votos a favor, uno en contra y uno dudoso. Creo que el gato se queda.

—Olvidas que las reglas prohiben conservar animales en el dormitorio... —señaló James.

—¡Sí! —casi gritó Mike, victorioso.

—... pero sabemos que éste no es un dormitorio normal. —terminó el chico.

—¡No!

—¿Nos lo quedaremos, entonces? —preguntó Michelle.

—Sí. Ya se lo comentaré a mi padre más tarde, pero seguro que accede. —prosiguió James. Dicho esto, se escucharon varios pares de pies alejarse del pasillo.

Las dos chicas del grupo se apresuraron en entrar a la habitación (empujando a Mike a un lado, cabe decir) y arrodillarse a orillas de la cama para acariciar a la nueva mascota del Project Psique. El animal ya parecía haberse calmado, por lo que dejó que las dos muchachas tocaran su pelaje.

—Qué lindo... —comentó Samantha.

—Ah. ¿No le pondremos nombre? —preguntó Felix.

—¿Qué os parece “estúpido animal”? —dijo Mike, irritado.

—Ya tenemos a alguien con ese mote en el dormitorio. —objetó Samantha, mirando al chico con una sonrisa burlona.

Mike soltó algo parecido a un gruñido.

—En fin... ¿Qué nombre os gusta? —continuó Felix.

Tanto el par de chicas como el muchacho pasaron un buen tiempo pensando en un nombre para el gato negro. Parecía, incluso, que se turnaban para sugerir nombres para el animal. Así pasaron casi veinte minutos, hasta que una propuesta de Samantha les agradó a todos:

—¿Y qué tal Chase? “'Chase' el gato”... “Perseguir al gato...” (1)

—Suena bien. Me gusta. —concordó Michelle.

—Te has esforzado, ¿eh? —señaló Felix, para después decir—: A mí también me gusta.

—¿Y a ti, Chase? —preguntó Samantha, acariciando al gato. El animal ronrroneó.

—Decidido, pues. Seas bienvenido, Chase, nuevo miembro del Project Psique. —bromeó Felix.

Mike bufó.

—Si tanto te molesta, ¿por qué no te vas? —le preguntó Michelle, molesta por su actitud.

—¡Porque ésta es mi habitación! —replicó el joven.

—Y la del gato también, al parecer. —añadió Felix.

—¡Ah, no! ¡No pienso dormir con ese animal aquí! —gritó Mike, con la sangre hirviendo.

—¿Pero por qué no? No le veo nada de malo. Parece tranquilo. —dijo Felix, acariciando al animal bajo la barbilla.

Mike estornudó.


(1) Samantha exhibe la coincidencia entre "'Chase' el gato" ('Chase' the cat) y "Perseguir al gato" (Chase the cat), ambas frases prácticamente idénticas.

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3 comentarios:

  1. Vale, Miki no lo quiere porque es alergico xD Yo tambien, pero no por eso odio a los gatos, son tan monooooos :3

    Samantha tiene buen gusto para las armas "Guadañas pawah!"

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  2. Chase es un buen nombre ^^ Estoy deseando leer el proximo capítulo. Un saludo

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  3. Jajajajajaja No m speraba ese juego d palabras para l nmbre del gatito

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