martes, 3 de agosto de 2010

- Capítulo 9 - Michelle y Nebiros (Parte 2)

Con el mínimo esfuerzo que suponía, Felix arrastró a su compañera al limbo entre su dimensión y la de los Corrupted’s. La luz cambió, resaltando los brillos y oscureciendo las sombras. El aire pareció viciarse, y la pareja se sintió levemente más pesada.

—¿Es ésta… la zona…? —preguntó Michelle, sin ocultar su asombro.

—Sí. —respondió Felix—. Tal vez no te lo parezca, pero ahora la mitad de nosotros está en otra dimensión.

—¿Y por qué no podemos verla? —inquirió la chica.

Felix se quedó callado. A decir verdad, nunca lo había considerado. Si la mitad de sus moléculas estaban ahora en la dimensión oscura, ¿no sería natural ver también lo que había allí? Era muy poco probable que fuera un reflejo del universo real, y que las dos imágenes se combinaran en una sola. Aunque claro, nadie le aseguraba que los Corrupted’s no construían casas… No, era ridículo pensar que el terreno y las estructuras de aquel lugar serían exactamente las mismas.

—Eh, no lo sé. ¿Será que nuestros ojos se quedan? —sugirió el chico, estúpidamente.

Michelle no respondió. En cambio, sacó un revólver de viento de su cinturón.

—¿De verdad… tengo que usar esto…?

Felix la miró un poco extrañado. Ni siquiera Samantha, la otra chica del equipo, había cuestionado los métodos del PP.

—No serás… pacifista, ¿no? —preguntó el joven.

—¡Ah, no, no! —se disculpó la chica, guardando de nuevo el arma—. No me gustan las peleas, lo admito, pero no soy tan extremista.

—Oh… Eh… Vale, está bien. Y descuida, yo te protejo si no puedes luchar.

Los chicos contemplaron de nuevo la sección deportiva del colegio: No había mucho que ver. Sólo estaban las canchas de baloncesto, la de fútbol, las de tenis y la pista de correr. Por alguna razón, todas vacías. Aunque claro, los Corrupted’s no solían deambular solos cuando no había nadie dentro de la zona, por lo que a Felix no le extrañó mucho.

—Aunque sí me pregunto… —empezó Michelle—. ¿Qué derecho tenemos para matar Corrupted’s?

Felix no supo que decir.

—¿A quién le consta que son malvados? Puedes compararlos con los insectos, si quieres. No hacen daño alguno, pero todo el mundo les odia y hace lo posible por aplastarles.

Felix se giró hacia la chica, mirándole directamente a los ojos.

—El problema de muchos insectos es que, si no te cuidas, pueden traer enfermedades o heridas consigo. Es lo que el Project Psique trata de evitar. —el chico hizo un espacio para que las palabras hicieran su efecto. Antes de continuar, tomó a Michelle de las manos—. No me gusta recordarte que fuiste una de las personas afectadas.

La chica apartó la mirada, avergonzada por sus palabras.

—Lo lamento… —se disculpó.

—¡Ah, descuida! —se excusó Felix, finalmente soltándole las manos—. Es sólo que… supongo que al saber que puedo proteger a las personas que quiero, de cierta manera disfruto hacer esto…

—¿Proteger a quien quieres? —repitió la chica—. Nunca lo había visto así. Creo que… Sí, creo que suena mejor que… —la chica se detuvo súbitamente. Alzó repentinamente la cabeza, como si hubiese visto o escuchado algo.

—¿Qué? ¿Qué pa…?

Michelle se llevó el dedo a los labios. Con un lento y sigiloso movimiento, señaló hacia el cielo. Felix, con el mismo cuidado, alzó la cabeza poco a poco.

Algo volaba en círculos sobre ellos. Era mucho más grande que un pájaro, y sus alas eran más largas.

—Parece… ¿un ángel? —señaló Michelle.

La chica tenía razón. A pesar de tener un par de alas, la criatura tenía una forma humanoide, e incluso extremidades delanteras. Felix recordó que Mike una vez le había hablado sobre algunos Corrupted’s alados, los cuales había apuntado en su bitácora. No obstante, jamás había visto uno personalmente.

—¡¡Vuelan en círculos y se lanzan en picada!! —gritó Felix, al recordar de pronto las advertencias de Mike. Tomó a Michelle de la muñeca y comenzó a correr, con ella detrás, hacia un lugar seguro.

Un aterrador aullido, digno de una criatura como aquella, se pudo escuchar en lo alto. Hubo un batir de alas, y el sonido de algo pesado aterrizar en el suelo. Felix soltó a Michelle y dio media vuelta, preparado para combatir contra el Corrupted.

—Malditas criaturas rastreras… —murmuró, tomando un revólver de Psique de fuego de su cinturón. Disparó, pero el Angel ya había despegado de nuevo. Al mirar de nuevo al cielo, pudo ver al ser volar en círculos sobre él una vez más.

Con sorprendente puntería, Felix logró golpear el ala del Angel con un compacto orbe de viento. La criatura perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer; pero, al aletear varias veces, logró mantenerse en el aire.

Un aullido más. Éste proveniente de algún lugar detrás de Felix. El chico maldijo por lo bajo y giró sobre sí mismo, intentando encontrar al causante.

—¿¡Qué coño!? —exclamó el chico, al ver una veloz figura de color negro cruzar corriendo la cancha. Felix se preparó para seguirle, pero se detuvo al notar que había dejado detrás de sí una extraña estela de humo blanco.

—¡F! ¡Felix! —gritó Michelle, dando saltitos para intentar verle por encima del muro de gas, que ya comenzaba a crecer tanto en altura como en extensión, y, sin embargo, seguía tan denso como al principio.

—Oooh, mierda. —se quejó el chico, al hallarse engullido por la ahora inmensa nube de niebla. Le sería muy difícil escapar del Angel ahora que no podía ver; aunque claro, era probable que éste tampoco pudiese encontrarle. Lo primordial era hallar a Michelle y, una vez logrado, no separarse de ella. Quiso gritarle, pero seguramente delataría su localización.

El joven comenzó a correr, a ciegas, siempre rodeado por aquel dinámico laberinto, siempre cambiante. Al parecer Michelle había pensado lo mismo que Felix y prefería quedarse en silencio, perdida, en lugar de llamarle y prácticamente entregarse.

—¡Pero qué idiota eres, Felix! ¿Eres un poseedor de Psique o qué? —pensó, dando con la solución. Lanzó una ráfaga de aire al frente, creando así una especie de túnel. No había nada al frente.

Esperó a que la niebla llenara el hueco, y disparó un poco más a la derecha. Tampoco había nada. Tuvo que repetir el proceso unas tres veces más para dar con Michelle, cuyo temor, mezclado con sorpresa, era casi palpable.

—Tranquila, he sido yo. —le explicó, una vez llegó a su lado.

—¿Tú has hecho la niebla?

—Eh… No, yo la he movido.

Repentinamente, algo cayó junto a ellos, haciendo retumbar el suelo. El Angel miró a los chicos con sus ojos amarillos, para después aullarles. Michelle, asustada, se abrazó a Felix, impidiéndole defenderse.

—¡Michelle! ¡Ya vale, que da miedo, pero si no me…! —un nuevo aullido interrumpió al chico, el Angel alzó su garra preparado para atacar.

—¡Nononono, no! —gritó Felix. Acto seguido, hizo lo primero que se le vino a la mente, y sopló.

Jamás había probado dicha técnica, pero el alivio lo embargó cuando supo que también podía controlar el aire de esa manera, al lograr que el Corrupted se viese repelido. Felix liberó de Michelle el brazo en el que llevaba el revólver, y le disparó al ser. La lengua de fuego proveniente de la punta del arma rodeó al Angel, creando una especie de capullo a su alrededor. La criatura aulló de dolor, y comenzó a aletear para intentar apagar el fuego. Felix recordó al Corrupted que Mike había asesinado de similar manera cuando le había rescatado.

Repentinamente, la criatura, aún en llamas, se lanzó contra él. Felix apartó a Michelle de un empujón, y se apresuró a sacar su pequeña daga. El Corrupted cayó encima del chico, pero éste se apresuró a hacerle un corte en el cuello, para después darle una fuerte patada en el estómago con ambos pies. Felix notó que la parte inferior de su pantalón había encendido, pero la ignoró y saltó hacia el Angel. Potenciado por la fuerza del aire, aterrizó fuertemente sobre su cabeza, incrustándole el puñal en el cráneo hasta la empuñadora.

Tras asestar el último golpe y ver cómo el ser se derretía, la niebla comenzó a disiparse. Felix lamentó no haber podido observar al Corrupted que había utilizado semejante técnica, pero decidió que no debía importarle, pues proteger a Michelle era esencial.

—F… Ahí hay algo más… —murmuró Michelle, ocultándose detrás de Felix, que apagaba su pantalón con una ráfaga de viento. El joven no pudo evitar sonrojarse al sentir a la chica abrazándole. Ella esperaba que le protegiera; no iba a fallarle.

—¿Quién va? —gritó Felix, estúpidamente, observando a la desenfocada silueta que había aparecido a varios metros por delante de ellos. Se arrepintió de haber dicho tal frase, pues bien sabía que los Corrupted’s no le responderían.

Michelle soltó un gritito cuando la figura comenzó a acercárseles, lentamente y, de cierta forma, amenazante. Felix apretó con decisión la empuñadura del pequeño puñal, manchado de sangre negra, y llevó la otra mano al cinturón, de donde podría tomar un revólver rápidamente.

La niebla finalmente se disipó por completo, y dejó a la vista a la supuesta criatura… o más bien, individuo. Tenía la altura y complexión de un hombre, y presuntamente lo era, pues llevaba ropas de humano. Un largo abrigo negro, de un material que parecía cuero, le llegaba hasta los pies, en los cuales lucía zapatos —¿O eran botas?— del mismo color. Su rostro se veía ensombrecido por una capucha, también de cuero negro, que estaba unida al cuello del abrigo.

—¿¡Quién eres!? ¿¡Qué quieres!? —le interrogó Felix, sacando un revólver al azar y apuntándole con éste. Luego, tras pensar un poco, prefirió preguntar—: ¿¡Eres un poseedor de Psique!?

El desconocido asintió con la cabeza. No hizo ruido alguno.

—¿¡Q-Quieres pe-pelear!? —tartamudeó Felix, guardando el puñal y preparándose para formar un orbe de viento.

El hombre se negó.

—F… Tengo miedo… —murmuró Michelle en su oído. Felix maldijo por lo bajo. No podía soltar a Michelle; pero si no lo hacía, le sería muy difícil defenderse del desconocido.

El chico hizo un análisis mental de la zona. Terreno aparentemente plano, de pasto artificial. El hombre estaba a unos cinco metros de ellos. Tampoco había objetos en el suelo.

Sus únicas opciones eran un certero ataque a distancia, o un súbito cuerpo a cuerpo… o esperar.

—¿Qué quieres? —preguntó el chico, optando por la última opción. El hombre levantó lentamente su brazo, mostrando una mano cubierta por un guante de cuero negro.

Y les señaló.

Felix sintió como si le hubiesen arrojado agua fría encima. Como si fuese un reflejo, abrió inconscientemente los brazos para mostrarle al hombre que protegería a Michelle.

—¿Eres el líder…? —preguntó el hombre. No sonaba muy mayor. Por su voz, Felix dedujo que probablemente rondaría su edad.

Felix se quedó callado. Si decía la verdad, era muy posible que el individuo les atacara allí mismo, para después ir a por el resto del PP. Si mentía, en cambio, tal vez simplemente intercambiarían algunas palabras… ¿pero sobre qué?

—Lo soy. —finalmente respondió, quitándole el seguro a su revólver y apuntándole directamente al rostro—. ¿Qué es lo que buscas?

Sin aviso alguno, el desconocido echó a correr hacia ellos. Su ondeante abrigo le avisó a Felix que el peligro se acercaba, por lo que el chico se rodeó con una esfera de viento, la cual el joven no pudo penetrar.

—Te busco a ti. —susurró, una vez recuperó el balance. De su manga derecha surgió la hoja de una espada, de color rojo sangre, con la cual intentó romper el refugio de Felix y Michelle.

Felix inmediatamente notó la ventaja que tendría semejante arma. Si se encontraba bien sujeta, podría dejarla caer con todo el peso de su brazo, y no podrían arrebatársela durante la batalla.

El chico se giró hacia su compañera y notó que tenía los ojos vidriosos. Felix hizo lo posible por no llorar también, pues el verla así le hizo sentirse de manera parecida.

—Quiero que corras hasta el dormitorio. Una vez allí, sal de la zona. —le dijo, tomándole de los hombros y mirándole a los ojos.

—P-Pero…

—¡Estaré bien! —le interrumpió—. ¿No dijiste en la cafetería que me obedecerías? Pues bien, esto es una orden. ¡Corre!

Michelle asintió con la cabeza. El muchacho convirtió su esfera en un disco, repeliendo al desconocido pero dejando a la chica salir. El atacante notó de inmediato el error cometido por Felix, y se lanzó a por la joven.

—¡Mierda! —gritó, rompiendo el improvisado escudo mientras le lanzaba un orbe de viento al desconocido, provocando así que su trayectoria se viera desviada, y cayera de bruces en el suelo. Rápidamente tomó su revólver y le disparó, sin piedad alguna. Desgraciadamente, las consecuencias de no examinar el arma antes de usarla hicieron presencia, y el ataque, de tierra, no hizo más sino formar una zanja bajo el individuo.

El joven no desperdició la oportunidad y se levantó en cuanto Felix hizo ademán de tomar otra arma. Comenzó a correr en dirección a Michelle, quien no había detenido su escapatoria.

—¡Ni siquiera lo intentes! —vociferó Felix, utilizando el aire para impulsarse rápidamente hacia adelante y colocarse frente al desconocido. Con un ágil movimiento, tomó otro revólver de su cinturón, le quitó el seguro, cerró fuertemente los ojos y le disparó al joven directamente al rostro.

El encapuchado soltó un aullido de dolor y se cubrió los ojos con las manos. El revólver que Felix había utilizado era de luz, y el único uso que tenía por ahora era el de cegar al enemigo con un potente destello. El arma estaba pensada para cegar a varios oponentes desde una distancia, pero Felix se había acercado más de la cuenta, y probablemente el hombre había perdido la vista permanentemente.

Tal y como había visto a James hacer antes durante los entrenamientos, Felix pateó, con mucho esfuerzo, al desconocido en el rostro, haciéndole caer irremediablemente al suelo.

—Siete minutos y medio… —murmuró, una vez miró su reloj de muñeca. La cuenta regresiva llegaba a su fin; debía salir de la zona inmediatamente o su cuerpo comenzaría a sufrir daños graves.

Repentinamente, su oponente ocultó su mano izquierda en algún lugar bajo su abrigo, para después sacar algo que cabía en su puño. Felix sólo tardó unos segundos en asimilar que lo que llevaba era una granada.

—¡Mierdamierdamierdamierda! —gritó al ver cómo el encapuchado le quitaba el seguro al arma y se la lanzaba con toda la fuerza posible, todavía a ciegas. Felix giró sobre sí mismo, formando una esfera de viento a su alrededor, intentando hacer rebotar el proyectil.

Pero estalló al entrar en contacto con la burbuja.

Felix no estuvo seguro de lo que había pasado. Repentinamente, el suelo bajo sus pies cedió, y cayó por lo menos dos metros antes de impactar de espaldas contra un suelo de tierra. Al abrir los ojos, los cuales había cerrado ante el inminente ataque, se dio cuenta que se encontraba en el fondo de una zanja, desde la cual no podía ver nada más que el cielo crepuscular.

Súbitamente, una figura bloqueó su vista. El mismo encapuchado de antes le miraba desde arriba… ¿¡Le miraba!?

—Disfrútalo. —murmuró, quitándole el seguro a una nueva granada y haciéndola rodar hasta el interior de la zanja, de la cual Felix no podría escapar.

El chico intentó ponerse de pie, pero se vio incapaz, pues la zanja era muy angosta, y sus piernas habían quedado más arriba que su cabeza, en casi noventa grados. Intentó alzarse usando sólo la fuerza de su abdomen, pero no tuvo de donde apoyarse para levantarse por completo.

No podía alcanzar la granada con las manos, pues ésta había quedado detrás de su cabeza, y cuando se había levantado, había rodado hasta quedar bajo él. Podría utilizar el viento para expulsarla, pero la anterior había estallado en cuanto había sentido su Psique. Aunque si no lo hacía, estallaría de todos modos. En ese caso, todo lo que podría hacer era tomar el riesgo…

Antes de que pudiese hacer algo, sin embargo, algo golpeó al encapuchado en la cabeza, haciéndole caer al suelo. El joven estuvo a punto de caer al hoyo, pero logró agarrarse de los bordes. No obstante, la mitad de su cuerpo ya se encontraba dentro de la zanja, cosa que Felix aprovechó al tomarse de sus piernas y utilizarlas como punto de apoyo para intentar ponerse de pie. El desconocido, irritado, dio varias patadas, una de las cuales golpeó de lleno a Felix en la mandíbula, provocando que se le rompiera el labio. Sin embargo, el chico no se rindió y, al tomarse de la parte de atrás del abrigo de su atacante, pudo finalmente ponerse en pie.

Con un ágil salto, Felix salió del agujero, preocupándose por pisar a su oponente en la espalda y haciéndole caer dentro antes de escapar de aquella sofocante prisión. Una vez fuera, notó que alguien le acompañaba, seguramente aquél por quien el joven encapuchado había sido golpeado. Michelle le dedicó la más grande de las sonrisas, mostrándole una botella de plástico vacía.

—¿Has usado tu…? —balbuceó Felix, incapaz de terminar la frase debido a la sorpresa. La chica asintió con la cabeza, afirmando así que había utilizado su Psique.

Realmente había sido inesperado ver a Michelle regresar y enfrentarse al desconocido de una manera tan temeraria. Y la manera en la que había utilizado la escasa cantidad de agua de un botellín como arma había sido indudablemente asombrosa. Felix no pudo evitar sonreír.

—¿Quién está atrapado ahora, uh? —se burló Felix, sintiéndose, por un momento, como Mike.

Y finalmente la granada estalló, llenando el hoyo con ardientes llamas y arrojando tierra y césped artificial hacia todos lados. Felix sintió ganas de vomitar al imaginar el chamuscado cadáver de su oponente.

—Yo no. —dijo, cortante, una voz a sus espaldas. Felix, en shock por la aparición de su enemigo, inmediatamente intentó girar sobre sí mismo para enfrentarse a éste, pero fue demasiado lento.

Sintió el tacto del metal frío, luego una especie de punzada, un líquido caliente empapar su vestimenta, y el dolor más grande que había sentido jamás. El chico se sintió caer en cámara lenta, mientras veía la punta de la espada roja del encapuchado manchada de un rojo más brillante y vivo.

—Tened cuidado, Project "Psique". Nunca olvidéis a Nebiros. —amenazó el joven, antes de meter su mano entre su abrigo por tercera vez. Una nueva granada apareció en su puño, a la cual le retiró el seguro inmediatamente, para después arrojarla a sus pies.

En cuanto el arma tocó el suelo, hubo un destello que rodeó al supuesto Nebiros. Para cuando Felix entendió que el encapuchado la había usado en sí mismo, éste ya había desaparecido.

El chico se retorció de dolor, soltando un aullido. Creyó escuchar a Michelle gritar su nombre, pero el sonido le parecía distorsionado. Muy pronto vio a la chica frente a él, gritándole cosas que no pudo entender. Una súbita, y ahora dolorosa, sensación en el estómago le hizo saber que habían salido de la zona. Michelle tenía un teléfono móvil en la mano, pero Felix no podía escuchar lo que decía. El mundo entero parecía haber enmudecido.

Se sentía cansado, muy cansado. A sabiendas de que estaba mal hacerlo, F cerró sus ojos, quedando inmediatamente inconsciente.

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¡Oh, y hay más! ¿Qué mejor manera de celebrar a nuestro primer antagonista con...?

¡Su propio tema musical!

Nebiros Battle

Que por cierto, los títulos son en inglés porque me parece un poco más fiel al hecho de que la historia se lleva en EUA.



...y además, suenan más chingones.

3 comentarios:

  1. la verdad esque si, los nombres suenan mejor en inglés. Estoy deseando el capitulo 10. Un saludo

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  2. No me mola el rediseño de la web, antes pegaba más con la temática.

    Además, el widget de sonido es muy molesto cuando abres más de una pestaña.

    Eso sí, los nombres en inglés son muy chingones.

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  3. ME gusta mucho el capitulo, pues a mi el tema de los nombres me dan igual en ingles o en español xDD
    Lo que importa es la trama, respecto alblog me gustaria un cambio.. creo que esta muy soso aunque eso ya lo sabes.. creo que tienes que tener cuidao en alguna frase has utilizado el leismo..

    Espero el capitulo siguiente ^^

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