martes, 24 de agosto de 2010

Capítulo 11 - Preparativos (Parte 1)


Primero de nada, el capítulo no fue subido la semana anterior debido a que no hubo tres comentarios antes de la semana anterior. Pues eso... Me pone triste no poder subir los caps cuando corresponden porque los lectores no tienen ganas de comentar ;_;

En fin, aquí tenemos el capítulo 11...


Capítulo 11 – Preparativos:

—Como decía... Entonces Vince recibió el pase sin detenerse, aunque tres defensas todavía le bloqueaban el paso.

—Fue genial, F. Parecía que Vince bailaba.

—Yo no lo describiría con ese verbo... pero en fin... El punto es que se los quitó de encima y... ¡¡Anotación!!

—Fue la que nos llevó a la victoria. Toda la escuela adora a Vince ahora. Seguro que se siente orgulloso.

Felix ocultó un bostezo, haciendo lo posible para no abrir la boca. Sin embargo, las lágrimas que brotaron de sus ojos le delataron.

—¿Te estás aburriendo, F...? —preguntó Mike, con una mirada acusadora.

—¡No! En absoluto... en... —bostezó—. Asoruto.

—Eres malo.

—No soy malo, sólo que el fútbol no me llama la atención.

Tanto Mike como Michelle hicieron un gesto de sorpresa, inhalando aire de golpe.

—¿Cómo puedes decir eso, F? ¡Es el deporte de nuestro país! —apuntó Mike.

—Todo buen americano conoce de fútbol... o eso dice mi padre. —señaló Michelle, con un dedo en alto, a manera de cómica filósofa.

—Pues... Prefiero los partidos de soccer o de baloncesto. —explicó Felix—. El fútbol... no tanto.

—¿¡Eres hombre, acaso!? —preguntó Mike, ofendido.

—¡Claro que sí! —se defendió el chico. Luego, en un tono de voz más bajo, añadió—:Ni que esos deportes fueran de niña...

—¡Entonces te vienes a ver el partido a mi casa este domingo!

—No quiero. —cortó Felix.

—¡Sí quieres!

—Que no. Haría cualquier cosa antes que ver el partido contigo. Incluso visitar a mi hermano.

—¿Tu hermano no vive en Seattle? —inquirió Michelle, extrañada.

—Pues sí. No se vino con nosotros a Port Lagune porque quería quedarse a estudiar allá. Me da que tiene una novia, o algo.

—¿Estás diciendo que prefieres tomar un avión y viajar hasta Seattle antes que ver el partido conmigo? —preguntó Mike.

—¿Avión? Con un autobús me basta. —rió.


El trío de muchachos ya había pasado cerca de dos horas conversando en la habitación de Felix y Mike. El primero había salido del hospital la noche del sábado, justo después del encuentro con Nebiros, aunque le recomendaron permanecer en cama un poco más. Obediente, había pasado la mitad del domingo aburriéndose en su cama. Eso, claro, antes de que Mike y Michelle se ofrecieran a hacerle compañia.

La chica se había sentado en el borde de la cama de Felix, mientras que su amigo había tomado una de las sillas con ruedas de la habitación y la había llevado hasta la litera. Durante los primeros minutos de conversación, Mike había estado dando vueltas sin parar, pero se detuvo una vez comentó que su almuerzo se negaba a quedarse adentro.

—¿Algo más que contar? —preguntó, o más bien pidió, Felix. Hacía lo posible por alargar la conversación, ya que no tenía la menor gana de quedarse a solas de nuevo. No había hecho más que ponerse a cantar canciones mentalmente y ver el recorrido que una hormiga daba por la pared y el techo.

—¡Ah, sí! —exclamó Michelle, como si acabara de recordar algo—. Robinson dice que vendrá a verte, para ver si puedes asistir a clases mañana.

—Uf. F, si yo fuera tú, haría abdominales y abriría de nuevo esa herida. —apuntó Mike.

—Si él fuera tú, sería idiota. —señaló Michelle, fulfinándole con la mirada.

—Ouch. —dijo Felix, sonriente—. Pero en serio, no me molestaría ir a clase.

—¡Mira lo que acaba de decir! —dijo Mike—. ¿Ves como no le hace falta ser yo para ser idiota?

—Mike, acabas de llamarte idiota. —expresó Michelle, con una risita.

—¡Eh!

—Tengo motivos. —aclaró Felix—. Seguro que hay gente preocupada. Como Joseph, Vanessa, Axel (1), Adrian... (2)

—¿Preocupados? —repitió Mike. Acto seguido, soltó una carcajada—. Tío, les hemos dicho que te has caído de una verja. Ahora están más ocupados pensando cómo es que eres tan idiota que en preocuparse.

—¿De una...? ¿Verja...?

—Con tecnología anti-ladrones. En otras palabras, con esas cositas en forma de lanza.

—Y por eso te has hecho una herida. —terminó Michelle.

Felix dejó escapar un bufido.

—Como sea. —continuó, irritado—. Además, no pienso perder el papel del sirviente Arazec en la obra.

—¡Oh, es cierto! —concordó Michelle—. Adam se rompió la pierna, ¿no?

—Ajá. Y no hay manera de que ensaye así, por lo que el papel de Arazec debe tomarlo el suplente.

—O sea, tú. —terminó Mike. Felix asintió.

—Y si no estoy presente mañana, pues..... En fin, que no pienso perder esos créditos extra por papel protagónico. —señaló el chico.

—Te envidio. “Hombre en la multitud 7” no recibe créditos extra.

—Bueno, tú decidiste no audicionar para un papel principal, Mike. —le recordó Michelle.

—Es que las audiciones son una molestia... —se defendió el chico.

—Entonces no te quejes. —intervino Felix.

—Bueno... Al fin y al cabo, yo no tengo que aprenderme todas esas líneas. Y tampoco debo... —Mike se llevó las manos a los ojos y fingió sollozar— ...llorar como niñita.

—¡Eh, son lágrimas masculinas! —objetóó Felix.

—Además, Arazec tiene motivos para llorar. Digo, asesinar contra tu voluntad. —aclaró Michelle.

—Bueno, contra su voluntad no fue. Lo hizo por Lyn y...

—...y no estoy entendiendo ni un pepino. —terminó Mike.

—¿No la has leído? —exclamaron Felix y Michelle, al unísono, perplejos ante la frase que el chico había dicho.

—Va de una princesa y un sirviente, ¿no? Típico cuento de hadas con final feliz.

—Te sorprenderías. —dijo la chica—. Recomiendo mucho que leas, no el guión, sino el cuento original. He sido yo quien se la ha recomendado a mi madre.

—¿Tu madre? —preguntaron al unísono, esta vez Felix y Mike.

—Ah, ¿no os lo había dicho? Mi madre es la profesora de teatro. La profesora Jackson. Ése es su apellido de soltera.

—Anda, no lo sabía... —dijo Felix.

—Y pensar en lo que he dicho de ella enfrente de ti. —murmuró Mike—. Perdón.

—Ah, descuida. No es que me importe. Después de todo, opino lo mismo que vosotros. Mi madre es una perfeccionista con un complejo de inferioridad.

—Oh, wow. —soltó Felix, al escuchar lo que había dicho Michelle sobre aquella que le había dado la vida.

—Y bueno...

Repentinamente, Michelle se detuvo al escuchar un estruendo que había venido desde el piso de abajo. Tanto la chica como Mike se pusieron de pie y miraron en dirección a la puerta.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Felix.

—Ni idea... Espera aquí. —dijo Mike. Dicho esto, él y Michelle salieron de la habitación y desaparecieron por el pasillo.

De pronto, se escuchó de nuevo el mismo ruido. Se había oído como una cascada de objetos de metal. ¿Se le habrían caído a alguien sus cosas por la escalera? Ahora que prestaba más atención, aún se podian apreciar algunos golpes de metal contra metal, aunque mucho más débiles.

—¿¡Qué ha pasado!? —gritó Felix, esperando que le llegaran a escuchar hasta la recepción.

—¡Nada, nada! —le respondió Vince—. ¡Es una sorpresa!

¿Una sorpresa? —pensó el chico—. ¿Qué tipo de “sorpresa” hace tal escándalo?

—¡Eh, más cuidado! ¡Me vas a sacar un ojo! —escuchó que exclamaba Samantha.

—Perdón. —se disculpaba Ethan, sin mucho sentimiento en la voz.

¿”Me vas a sacar un ojo”? ¿Pero qué coño se traen entre manos?

—James, se te ha caído un cuchillo. —apuntaba Michelle.

—Ah, sí. Te lo agradezco. —respondía.

No irán... a cocinar aquí... ¿no?

Uy, casi piso esto. —decía Mike—. Alguien se ha dejado un shuriken.

¿¡¡Sh-sh-shurike-ken!!?

—Culpa mía. —expresaba Michelle.

—Déjalo, no lo necesitaremos.

Y de pronto, la puerta, que había quedado entreabierta, fue empujada hasta que golpeó con la pared. El culpable, de pie en la entrada, era un James que llevaba entre sus brazos decenas de armas blancas.

—Pero. Qué. Demonios.

James entró a la habitación sin siquiera pedir permimo. Cerca del centro, dejó caer todo lo que llevaba sobre la alfombra. Tras él, llegó el resto del Project Psique, cada uno con un montón similar de armas. Ethan, Samantha, Michelle, Vince y Michelle...

—¡Vosotros dos! —exclamó Felix, señalando a los que habian estado conversando con él hasta hacia unos momentos—. ¿Qué tenéis que ver en esta conspiración?

—Nada. — se excusó Mike, encogiéndose de hombros—. Se le han caído las cosas a Vince por las escaleras. Llevaba demasiadas y se ha picado con una daga.

—¡No importa! —continuó el chico—. ¿Qué se supone que es esto? —señaló al montón de armas que reposaba en el centro de la habitación.

James se aclaró la garganta, como para pedir indirectamente la palabra.

—Según Michelle, Nebiros mostró una sorprendente agilidad y fue capaz de esquivar sin esfuerzo gran parte de tus ataques...

—Eso no...

—¡Excepto...! —cortó James—. Aquellos que se dieron a una distancia relativamente corta. Tras los desgraciados sucesos que se dieron en los últimos días, hemos decidido pedir instrucción en peleas cuerpo a cuerpo.

—Y con armas. Filosas. —señaló Mike, con la sonrisa más grande que Felix le había visto jamás.

—Naberius lleva una espada, así que lo he comentado con James y hemos dicho “¿Por qué no?”. —intervino Ethan.

—Es Nebiros. —corrigió Felix.

—Nebiros es una de sus deformaciones, si no estoy mal informado. —objetó Ethan—. Naberius, según tengo entendido, es el nombre que está escrito en el Ars Goetia.

—Me parece ridículo. El mismo Nebiros ha dicho que...

—¿Por qué le defiendes, F? —inquirió Vince.

—¡No le defiendo! Sólo creo que con Naberius y Nebiros se darán confusiones. Además, creo que... merece un poco de respeto.

—Alguien que ha hecho algo tan simple y diminuto como derrotar a Felix no merece mucho respeto.. —apuntó Mike.

—¡Oye!

—¡El punto es...! —cortó James—. Contrataremos a personas que nos instruyan en las artes del taekwondo, kung-fu, capoeira, tai-chi...

—¿No es eso un poco excesivo...? —interrumpió.

—¿Te parece bien con simple Taekwondo?

—Creo... Los demás podremos practicarlos una vez dominemos éste hasta cierto punto, ¿no crees?

James dejó escapar un suspiro antes de continuar:

—De acuerdo.

—¡Muy bien! —exclamó Mike, bastante animado—. ¡Hora de elegir nuestras armas!

—Ah, y os recuerdo que debéis elegir armas para combate a corta distancia. No sé quién se ha traido las shurikens, pero... No.

El sonido de los metales chocar entre sí inundó el ambiente de la habitación. Todos, a excepción de James, que mantenía la compostura, y Felix, que esperaría un tiempo para levantarse, se encontraban arrodillados en la alfombra buscando un arma de su agrado. Felix estuvo seguro que Mike hubiera nadado en ese mar de espadas, cuchillos y demás etcéteras si no fuese porque el chico tenía el poco sentido común para saber que las cosas con filo podrían hacerle daño.

—¡Me quedo con estos! —gritó Mike, sacando un par de cuchillos cortos del montón—. ¡Ah, no, mejor tomaré esta! —levantó una larga y delgada katana—. ¡OhDiosmíocómopuedeserestoposible! ¡Una bola con pinchos!

—Mike, no la elijas por gusto. Piensa bien cómo te mueves y cómo usas tu Psique al pelear, y toma la que quede más con tu estilo. —le aconsejó Ethan, mientras intentaba desenredar una cadena.

—Vale, vale...

(Continúa en la parte 2)

(1) y (2). Axelpower, Death... Allí tenéis a los personajes que os había prometido xDDD

1 comentario:

  1. Pobre...se pico con una daga xD

    Yo escogeria la katana...es ligera y manejable.

    Buen capitulo, espero a la siguiente semana (espero que consigas los 3 comentarios minimos)

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