martes, 6 de julio de 2010

- Capítulo 5 - Project Psique (Parte 1)

Advertencia: Este capítulo es tremendamente largo, y explicativo en su totalidad. Si te da vagueza leer 14 páginas de Word (7 y 7, si divides tu lectura), mejor busca un momento en el que estés de mejor humor.

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Felix respiraba un aire frío y demasiado limpio. A lo lejos podía escuchar un rítmico pitido, y un sonido que le pareció una conversación de varias personas hablando en un susurro.

Abrió los ojos lentamente. El aire frío provenía de dos tubos de plástico que entraban por sus fosas nasales, y que estaban conectados a un tanque plateado con un anillo de color verde, el cual seguramente contenía oxígeno. Por otro lado, el pitido era producto de un aparato que le medía el pulso por medio de una pequeña pinza que llevaba en el dedo corazón.

Felix no tenía ganas de ser molestado, así que fingió seguir dormido mientras contemplaba su entorno.

Primero miró hacia arriba. Una solitaria pero brillante lámpara le hizo retirar la mirada y girar su cabeza hacia un lado, cosa que no pasó desaparecibida, pues dos de los individuos voltearon para ver si le sucedía algo. Felix cerró inmediatamente los ojos y les ignoró.

Ahora que estaba de costado, se dedicó a contemplar otros aspectos de la habitación. Su cama era blanca, al igual que la almohada y manta, muy parecida a las que estaban en la enfermería. El cuarto, en cambio, no se parecía en nada a la enfermería, pues era individual y las paredes, en lugar de estar pintadas de blanco, eran de color durazno suave.

A un costado de la cama había una pequeña mesa de noche. En ella descansaban sus pertenencias: Su billetera, algunas monedas, su teléfono, y algunas cosas sin importancia, como un par de vendas, un vaso de agua... ¿Un revólver?

Indudablemente, había un arma sobre la mesa. Era distinta a las demás, pues el armazón, cañón y cilindro parecían estar hechos de cristal. Los mecanismos del arma quedaban al descubierto, al igual que las cámaras del cilindro. Dentro de éstas no había ninguna bala, sino una sustancia líquida de color verde que Felix no pudo reconocer.

—¡Ah, ya ha despertado! —señaló alguien, al ver que Felix se sentaba sobre la cama para examinar mejor el revólver. Dicho esto, cinco individuos se acercaron al muchacho, rodeándole por doquier.

—¿Cómo te encuentras, Felix? —preguntó uno de ellos. El chico no respondió; solamente le fulminó con la mirada. Era el doctor Robinson.

Y no era el único conocido. Del lado contrario al doctor, quien era el más cercano a Felix por la derecha, se encontraba un hombre que todos los alumnos conocían: El director Reynolds. Frente a Felix, al pie de la cama, se encontraba Mike. El chico no se sorprendió en absoluto al verle metido en aquella habitación.

—Felix, ¿te acuerdas de lo que pasó ayer por la tarde? ¿Recuerdas cómo quedaste inconsciente? —preguntó Reynold.s

Por supuesto que lo recordaba. El tiempo se había detenido, finalmente había visto a las sombras, y había luchado contra ellas usando... usando su...

—Psique... —susurró Felix. La habitación se llenó con un silencio un poco incómodo. Mike, sin embargo, lo rompió con una carcajada.

—¡Anda, éste sí que ha sido directo! —rió el chico—. Si hasta el nombre sabe. Se ve que has estado un buen rato escuchando, ¿eh, F?

—Michael. —cortó el director. Mike se disculpó y retomó su actitud seria—. Felix... ¿Qué me dirías si te digo que hay dos planetas Tierra?

—Diría que parece algo sacado de una mala película de Hollywood. —respondió el chico, mientras observaba a los otros dos desconocidos.

El primero, a la derecha de Felix, era un chico con cabello rubio. Lo llevaba peinado hacia los lados, a manera de cascada, y le caía hasta media nuca. Sus ojos eran de color azul y, a conjunto con su pequeña boca, formaban en su rostro una mueca de indiferencia.

El segundo individuo se encontraba a la izquiera de Reynolds. Tenía el cabello largo, alborotado y completamente negro, con brillos de color azul en algunos sitios, especialmente en el largo mechón que le cubría el ojo izquierdo por completo. El otro, que sí era visible, era de color verde.

—¡Pues entonces comienza a estudiar actuación, Felix! —bromeó el doctor Robinson, para luego reírse de su propio chiste. El resto de la habitación lo miró con un poco de lástima.

—Como bien te ha dicho ya el director, hay dos... No Tierras, sino dos Port Lagune’s. —explicó el rubio, con una voz casi mecánica. Casi parecía que había ensayado lo que le estaba explicando a Felix.

—En una de ellas, claro, vivimos nosotros. —continuó Mike—. Pero en la otra... Bueno, seguro que ya lo has visto.

—Aquellas sombras con las que te enfrentaste, ¿las recuerdas? —sentenció el chico con el cabello teñido. Tenía una voz un poco gruesa, que denotaba seriedad y autoridad el mismo tiempo. Por otro lado, podía ser que también expresara apatía e indiferencia.

—Sí, las recuerdo. —respondió Felix.

—Son habitantes del otro universo, el otro Port Lagune. Las llamamos Corrupted’s.

—Los Corrupted’s son incapaces de entrar a nuestra dimensión, al igual que nosotros, que no podemos penetrar a la suya. —explicó Reynolds.

—En cambio, dividen sus moléculas. Al ocurrir dicha división, la mitad de sus componentes viajan a nuestro universo. —señaló Robinson, mostrando sus dos manos, una separada de la otra. Después las entrelazó y continuó—: Las moléculas no se vuelven a juntar, pero sí ocurre una conexión. Con esto, los Corrupted’s entran a una especie de limbo, al que solemos llamar la zona.

—Y allí es cuando hacen de las suyas. —apuntó Mike—. Se dedican a seguir humanos, y a comerse sus sentimientos.

—¿¡Se los comen!? —exclamó Felix, incrédulo.

—En realidad, no sabemos si en realidad se alimentan de ellos, puesto que es físicamente imposible. Pero también lo es el Psique, ¿no? Muchas cosas no tienen explicación, Felix. —señaló el director.

—Pero hemos comprobado que sentimientos fuertes, como el amor verdadero o la furia extrema, les atraen más.

—¿También el amor? —preguntó Felix, un poco atónito.

—No sólo los sentimientos negativos los atraen. Esto no es un videojuego o una película, aunque bien podría serlo. —respondió el rubio—. Una persona con sentimientos poderosos suele atraer a más de un Corrupted.

—Y allí es cuando viene lo malo. —dijo el chico del cabello teñido—. Una persona puede pasar toda su vida con un Corrupted a su lado sin que le suceda nada. Pero si un individuo entra en contacto con dos o más Corrupted’s durante cierto periodo de tiempo, desarrolla algo llamado “Lagune” Syndrome.

—Alucinaciones y delirios. Comportamiento agresivo, tendencias suicidas, esquizofrenia crónica... —enlistó Robison—. Y lo que desconcierta a los médicos: El iris de color amarillo.

—No hay cura, no hay porqué... Excepto para nosotros. —dijo Mike, y luego guiñó su ojo—. Una vez el síndrome comienza desarrollarse, no para jamás. Y la última fase es... el viaje. Los pacientes desaparecen y nadie les encuentra jamás.

—Se van al limbo, la zona. Allí los Corrupted’s les atrapan y les convierten en uno más.

—Y esa es nuestra misión. —explicó el director Reynolds—. Como Project “Psique”, o PP, estamos encargados de detenerles... y a largo plazo, deshacernos de ellos para siempre. También solemos rescatar a los desaparecidos, aunque la única manera de curarles es vencerles cuando se encuentran en la transformación de humano a Corrupted.

Felix se tiró en la cama. Ya no sabía qué pensar.

En resumen, las sombras venían de otra dimensión a un limbo desde el cual se alimentaban de sentimientos. Desde dicho lugar, podían influir en una persona y arrastrarla hasta convertirla en un Corrupted más. Y ese extraño club de elite, Project “Psique”, se encargaba de combatirles.

—Nos encantaría tener tu ayuda, Felix. —dijo el director—. Puedes aprovechar tu poder, te enseñaremos a usarlo...

Felix miró a todos los presentes. Le sonreían, especialmente Mike.

—Mike... ¡Tú estabas metido en todo esto! —acusó Felix, señalándole con el dedo.

—¡Pero claro que lo estaba! ¡No puedes culparme por no revelar nada! ¿Cómo iba a decírtelo sólo así? ¡Es un secreto internacional!

—Es cierto, Felix. No puedes culparle. —expresó el doctor Robinson.

—De acuerdo, de acuerdo... Antes quiero que me respondáis algunas preguntas. —pidió Felix.

—Bien, pregunta lo que quieras. —aceptó Reynolds.

—¿Qué es el Psique? —comenzó el chico, expresando así la pregunta que había rondado en su cabeza durante toda la reunión.

—Es una representación física de tu alma. Por lo tanto, varía entre cada individuo. Por ejemplo, según Mike, tu Psique es de aire, mientras que el de él es de fuego. El de estos dos —señaló a los dos chicos desconocidos— son de electricidad y oscuridad.

—Y supongo que es lo único que daña a los Corrupted’s. —terminó Felix. Reynolds asintió con la cabeza—. ¿Hay más miembros del PP?

—Sí. —respondió el rubio—. Mi hermana Samantha y un chico llamado Vince. Sonido y tierra, respectivamente. Por si te lo preguntas, el director y el doctor no pueden usar un Psique, aunque lo hicieron alguna vez.

—Muy cierto. Gracias por apuntarlo, Ethan. —concordó Robinson—. Con los años se pierde la habilidad de manifestar el Psique. Generalmente nadie pasa de los veintiún años con su Psique intacto. El poseedor más viejo que conocemos tenía veintitrés años, y lo perdió unos meses después.

—Sin embargo, la habilidad para ver a los Corrupted’s jamás se pierde. —interrumpió el director—. Puede dañarse, como cualquier parte del ojo y oído, pero continúa allí hasta el fin de nuestros días.

—¿Como otra parte del ojo? —inquirió Felix.

—La habilidad de ver y oírles es producto de una evolución de tu sistema. —respondió Robinson—. El ojo desarrolla un segundo párpado compuesto de tejido membranoso y transparente que te permite captar otro tipo de luz. Empieza como una membrana, como ya lo he dicho, tal y como la que tienes en los ojos.

Felix recordó la pequeña capa transparente que se había visto en el ojo cuando le revisaron en la enfermería.

—Seguirás notando cómo crece y crece. —continuó Robinson—. Dentro de unos días, tal vez el domingo, el músculo ya estará completo, y podrás abrir y cerrar la membrana como cualquier párpado.

—O sea que puedo dejar de ver a los Corrupted’s... o bueno, todavía no.

—Efectivamente. Por otro lado, no podrás hacer lo mismo con el nuevo componente de tu tímpano. Aunque no les veas, siempre les escucharás.

—Por suerte no son muy ruidosos. —apuntó Mike—. Sólo aúllan cuando algo sucede, como cuando uno de nosotros entra a la zona, o cuando se da una desaparición.

Felix tardó un poco en plantearse la siguiente pregunta. Finalmente, levantó su mano derecha y preguntó:

—¿Qué con la marca de luz?

—Ésa es natural, nadie la crea. Empieza a aparecer cuando el Psique latente comienza a despertar. —explicó el chico de cabello teñido—. Tiene forma de triángulo con un círculo en la punta, no sé si lo hayas visto... Generalmente es invisible, pero comienza a brillar si expones tu Psique o si entras en contacto con otro poseedor... o ex-poseedor. Cuando estés en la zona no parará de brillar.

—Cuando sospechamos que alguien tiene un Psique latente, solemos hacer lo posible por tocarle. —dijo Mike—. Luego nos miramos la mano, y si brilla, es que lo tiene. Por desgracia, eso sólo sucede cuando al Psique le falta poco para aparecer, alrededor de una semana.

Felix se miró la mano, y sólo por curiosidad, jugueteó un poco con el aire. Tal y como le habían dicho, la marca comenzó a brillar con una tonalidad azul. Como si fuese una cicatriz, podía verse la figura en su piel. Era un triángulo equilátero, y en el vértice superior tenía un círculo. Era, en realidad, bastante simple.

—¿Y que gano yo? —preguntó el joven, un poco pícaro—. ¿Me pagan? ¿Me dan premios? ¿O se supone que tengo que hacer esto por la caridad?

Los chicos se miraron entre ellos. El doctor y el director, en cambio, solamente sonrieron.

—Bueno, eso es algo nuevo. —sentenció Robinson—. Generalmente los muchachos están ansiosos por ser héroes y probar sus poderes, y no les interesa lo demás... ¿No, Mike?

El nombrado soltó una risa nerviosa.

—Pero supongo que el PP tomará mucho de mi tiempo. —manifestó Felix—. ¿Qué hay de las clases? No pueden culparme si bajo mi promedio de la nada, o si falto a clase más veces que los estudiantes comunes.

—Tenemos todo arreglado, Felix. —dijo el director—. No podemos descuidar los estudios, por lo que te daremos una beca. Cubre al 100% los pagos por el colegio y el material, incluido el uniforme. También te damos una cuenta personal en el centro de computación, préstamos extendidos en la biblioteca, tu límite de faltas a clase se extiende... Sin embargo, nada de puntos extra en tus asignaturas.

—Si el PP te llama en medio de una clase, es tu obligación ir. —señaló Mike, con una sonrisa pícara—. Por supuesto, será un poco inoportuno que estés en tu casa, a equis minutos de distancia, mientras un tío con el síndrome intenta matar a su esposa en medio de la calle.

—Por eso es tu obligación vivir en la academia, en la sección A de los dormitorios. —manifestó el rubio, supuestamente llamado Ethan—. Aunque no lo creas, la escuela está en un punto estratégico de la ciudad.

—¿Otra pregunta, F? —inquirió Mike.

Felix negó con la cabeza, pero pidió un poco de tiempo para pensar. Por un lado, estaba el hecho de que no quería descuidar los estudios, además de que le parecía demasiado riesgoso. Por el otro, tenía muchas ganas de controlar su poder, y la beca del 100% era el sueño de la mayoría de los estudiantes.

—Acepto, pero sólo porque mi habitación es pequeña. —acto seguido, le dio un apretón de manos al director Reynolds. Repitió el gesto con el doctor Robinson, y luego con el chico de cabello teñido.


(Continúa en la Parte 2)

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