martes, 13 de julio de 2010

- Capítulo 6 - Un día libre con lluvia, combate y frascos de mayonesa (Parte 2)

Ambos muchachos se colocaron en guardia, esperando la señal que daría inicio a su combate. Súbitamente, unos gruesos muros de cristal se alzaron del suelo mediante un mecanismo y rodearon el ring por completo. Cuando llegó al PP, Mike pensó que no resistirían los Psiques del grupo, pero se equivocó, pues los veinte centímetros fueron más que suficiente. Sin embargo, con el paso de los años se habían hecho varios raspones que dificultaban la vista para los espectadores.

Samantha silbó fuertemente, gracias a su Psique de sonido, llamando la atención de los otros miembros. Felix interrumpió su actividad para ver a Mike y a Ethan en acción, pues, si bien había entrenado con ellos los últimos días, jamás les había visto usar sus Psiques.

Mike lanzó un orbe de fuego contra su contrincante, quien solamente se agachó para esquivarlo. Antes de que pudiera levantarse, sin embargo, otra esfera de fuego ya venía hacia él. Ethan rodó como un tronco para alejarse del ataque, y se levantó utilizando el mismo movimiento que utilizaba para hacer planchas.

El rubio frotó sus manos, sin parar de moverse, y luego aplaudió. Un delgado rayo cruzó el aire y se estrelló contra el cristal, a unos centímetros a la derecha de Mike.

—¡Eh, te dije que de baja energía! —gritó Mike.

—Y yo te dije que llamas pequeñas, pero no escuchas, ¿no? —respondió Ethan, intentando embestir al chico, con la mano al frente, seguramente cargada de energía. Mike se apartó al último momento, a la par que el rubio daba dos pasos verticales en la pared, y luego daba una voltereta hacia atrás, cayendo de pie de nuevo.

—¡Eh, tranquilo! —vociferó Mike, volviéndose a apartar del Ethan que ya no parecía escucharle. Levantó un muro de fuego, lo cual le supuso gastar gran parte de su energía, aunque estuvo seguro que eso detendría a Ethan lo suficiente para que se calmara un poco.

Pero Ethan lo ignoró y lo atravesó rápidamente, sin dañarse ni un poco. Le dio un fuerte manotazo a Mike en el pecho, antes de que pudiese moverse, y dejó salir su Psique por su mano.

Una especie de sacudida recorrió a Mike en milisegundos. Sintió que su cerebro temblaba, al igual que todos sus músculos. Intentó apartarse de Ethan, pero se vio incapaz. Tal y como había visto decenas de veces en los dibujos animados, sintió como si su cabello se hubiese puesto de punta. Muy pronto sus terminales nerviosas dejaron de responder...

Ethan le soltó. El rubio le dio un fuerte empujón que le hizo caer al suelo. Mike se quedó tirado, temblando, sintiendo la electricidad abandonar su cuerpo. Vio cómo los muros descendieron, dejando que Ethan pasara. Vince, James, Felix y Samantha corrieron hacia el chico, que aún no podía mover los músculos.

—¿Mike? ¿¡Mike!? —llamó Vince, sacudiéndole.

—Y-ya... Es-toy... Estoy bi-bien... —intentó decir Mike, soltándose de Vince. Intentó ponerse de pie, pero los músculos le fallaron. Volvió a recostarse sobre el tatami, y cerró los ojos con furia—. ¡Ah, esa cabrona! —exclamó.

—¡No le llames así! ¡Tú lo iniciaste! —defendió Samantha.

—¡Sí, vale, yo lo inicié, pero él se ha pasado! —gritó Mike, finalmente pudiéndose sentar.

—Tiene razón, Samantha. —concordó James. Mike siempre se preguntó por qué Sammy era la única que tenía el privilegio de ser llamada por su nombre cuando hablaba con James; aunque probablemente era porque no podía referirse tanto a ella como a su hermano con el apellido “Parker”—. Si tu hermano no se mide, puede terminar haciendo daño.

—¿¡Terminar haciendo daño!? ¡Tío, estoy tirado en el suelo con medio cuerpo dormido! —exclamó Mike, pero James le ignoró.

—Vámonos... No hemos tenido ni diez minutos de entrenamiento. —dijo James.

—Mike, yo te ayudo. —dijo Felix, tomando al chico por las axilas y obligándole a levantarse. Una vez el joven estuvo de pie, su compañero le pidió que se recargara en él y le rodeara con un brazo, para mantener el equilibrio.

Caminaron hasta la recepción, donde Mike explicó que sus piernas ya habían recuperado el movimiento. Continuaron hasta la cocina, donde Felix ofreció preparar algo de comer para el grupo, haciendo alarde de que había elegido esa clase como optativa.

El lugar estaba cubierto por pequeños mosaicos de color blanco. Frente a la puerta estaba una barra en donde dos personas podían comer, también cubierta por el mismo tipo de mosaico. La barra continuaba hasta la pared del lado izquierdo, y giraba para dar cabida a una pequeña estufa y a varios estantes, donde seguramente estaban guardados los platos y vasos, junto con algunos utensilios. Volvía a girar y se convertía en una superficie pegada a la pared, con suficente espacio para colocar los ingredientes y algunos recipientes. A la derecha de la barra estaba el refrigerador, de doble puerta y de color plateado, donde ahora Felix buscaba algo para comer.

Mike se sentó en un banquillo frente al desayunador, junto con Vince, que tomó asiento en el otro. James se quedó de pie, mientras Samantha prefirió sentarse en la barra misma.

—Hacen falta varias cosas para hacer una cena decente. —dijo Felix, con la cabeza dentro del refrigerador—. Pero me las arreglaré para hacer algunos emparedados. ¿A nadie le molesta?

El grupo dijo “No” al unísono.

—Que alguien tome el pan de la alacena. —pidió Felix—. ¡Mike, atrapa! —exclamó, lanzando un paquete de rebanadas de jamón hacia el chico. Le siguieron varios trozos de queso amarillo, dos tomates, y una cabeza de lechuga.

—¡Eh, no tengo tantos brazos! —apuntó Mike, atrapando el frasco de mostaza que Felix acababa de lanzar, y dejándolo sobre la barra.

—¿Dónde está la mayonesa? —preguntó el muchacho, sacando finalmente la cabeza del frigorífico.

La gran mayoría se encogió de hombros.

—Puede que haya un poco en la bodega. —señaló James, sacando un llavero de su bolsillo. Se lo lanzó a Mike, que lo atrapó con una sola mano—. Enséñale a Flynn el lugar.

Mike, a regañadientes, se levantó de su asiento y salió de la cocina, cruzando el comedor hasta llegar a la recepción, seguido por Felix. Caminaron hasta la escalera de caracol, pero en lugar de subir por ella, se desviaron hacia un lado y se detuvieron en el pequeño hueco que había entre la pared y el borde de la escalinata.

Mike contempló la diminuta puerta de metal que sobresalía de la escalera antes de introducir la pequeña llave en la cerradura. La giró, y al instante se escuchó un pequeño chasquido, y la puerta se levantó de su sitio.

Ambos muchachos entraron a la oscura habitación. Mike presionó un interruptor que se encontraba al lado de la entrada, provocando que se encendieran varios tubos fluorescentes.

El par de chicos estaba en la cima de una escalera, la cual no tardaron en recorrer hasta el final. Una rejilla les impidió el paso, pero Mike la jaló de una esquina, provocando que se doblara sobre sí misma y se pegara a la pared.

Mike recordó la primera vez que había entrado a la bodega. Había sido, indudablemente, sorprendente para él; y aparentemente Felix tenía la misma impresión. En lo que antes había sido un sótano, ahora se guardaban decenas de estanterías de metal, repletas de diversos objetos: Comida enlatada, mantas, agua embotellada, bombillas, papel y toallas higiénicas... Además, allí también se guardaban los revólveres de Psique y algunas armas blancas y de fuego, junto con los materiales utilizados para reemplazar a los muñecos y a las dianas del gimnasio. También tenían, en caso de emergencia, la entrada a un refugio nuclear, el cual también se utilizaría si un tsunami o un huracán atacara la costa.

Mike caminó tranquilamente hacia la estantería más cercana, a su izquierda, y comenzó a examinar las decenas de latas y frascos que allí reposaban.

—Mayonesa, mayonesa... —murmuraba.

—Mike. —llamó Felix—. La encontré. —Mike miró hacia su compañero. El chico señalaba un frasco de plástico, de color blanco, que se encontraba, solitario, en la cima de la estantería. Michael dejó que su amigo utilizara los descansillos como escalones y subiera para alcanzar el tarro.

Y luego recordó lo que había en ese frasco. Un viejo experimento de Vince, que Felix no debía abrir para nada.

—¡Felix, espera, eso es...! —gritó, pero el chico ya había alcanzado el frasco. Como era de suponer, al estirarse excesivamente, perdió el equilibrio y cayó de la estantería, llevándose consigo el tarro. Una vez Felix cayó, cuan largo era, en el suelo, el frasco se golpeó fuertemente contra el concreto, liberando su contenido por el lugar.

—¿¡Pero qué es esto!? —vociferó Felix, con asco, al verse cubierto por una sustancia parecida al agua, pero que apestaba tremendamente.

—Formol. —respondió Mike. Su voz sonaba ligeramente nasal, pues se había apretado la nariz para no tener que soportar el penetrante olor del líquido.

—¿¡Formol!? ¿¡Con eso no se conservan...!? —comenzó Felix, pero su amigo le interrumpió:

—Sí, fetos, órganos y otras cosas.

—¿¡¡Guardáis fetos aquí!!?

—¡No, no!

—¿¡Qué sucedió!? —preguntó Vince, alarmado. El joven venía corriendo por la escalera, seguido por James, Ethan y Samantha.

—¡Felix se ha caído con Mario! —respondió Mike, bastante agitado.

—¿¡Mario quién!? —preguntó Felix, moviendo sus brazos hacia atrás para levantarse. Al intentar apoyarse en el suelo, sin embargo, tocó algo pequeño y poroso, con una textura muy parecida a la de una esponja. Con una mueca de asco, giró su cabeza para contemplar el objeto.

—Ése es Mario. —señaló Mike.

Era un emparedado. No quedaba casi nada de lo que antes había sido el pan, pues el líquido lo había humedecido hasta desprenderlo. Sin embargo, podía notarse que llevaba jamón, queso, lechuga, y varias aceitunas, ya muy deterioradas por el formol.

—¿Cómo...?

—Intentaba romper un récord mundial. —explicó Vince, tomando a “Mario” y volviéndolo a meter al bote de plástico—. Por idiota, me olvidé del pan, pero ya lo había echado al frasco para cuando me di cuenta.

—¿Un... récord mundial...? —repitió Felix, atónito, poniéndose de pie. Y sacudiendo los brazos para quitarse la sustancia de encima.

—Al emparedado mejor preservado.

—Será mejor que te laves, Felix. Y rápido. —aconsejó James.

—Ya... Esto es ridículo... —murmuró el chico, mientras comenzaba a caminar hacia la recepción—. ¡Y no voy a hacer ningún puto sandwich ahora! —terminó, una vez hubo salido de la bodega.

—¡Ah, este novato tiene mucho para dar! —exclamó Mike, saltanto el charco de formol y emprendiendo rumbo a su habitación.

—¿Debo recordarte, Johson, que antes de que Flynn llegara, el novato eras tú? —se burló James.

Mike solamente sonrió.

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Para quien se lo esté preguntando. Mario es un personaje completamente Real, aunque no fue conservado en formol, sino abandonado en una simple bolsa de plástico. Es un guiño entre un amigo y yo.

Pacheko, si estás allí, te saludo, shurmano. Paz~~

PD: Mi reino por una opción de spoiler en Blogger ;_;

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