viernes, 22 de julio de 2011

Nexus - Capítulo 1 (Zero)

Como soy el líder, el primer capítulo del proyecto grupal Nexus estuvo bajo mi responsabilidad. Tuvimos una reunión por MSN para discutir la dirección de la historia y al final terminamos haciendo el guión del primer cap. En este la arrogante Lily Flynn conoce al agradable Hitori Yagari, y ambos descubren que tienen un punto en común...

¡Que aproveche!

Nota: Artwork al DeSu Style al final :3

--------------------------

15 de septiembre del 2014. Lily Flynn durmió más de lo debido ese día.

Despertó media hora más tarde de lo habitual porque el cable de su reloj digital despertador se había soltado del enchufe mientras dormía; a las 4:23 de la madrugada, para ser exactos. Probablemente su gato se había puesto a hacer travesuras a mitad de la noche, o tal vez ella misma lo había desconectado durante uno de sus muchos actos de sonambulismo. Si se quedaba dormida, como en este caso, su madre debía levantarla (en teoría, puesto que Lily jamás se había despertado tarde, hasta ese día), pero ésta había decidido hacerlo más tarde de lo esperado.

Enfadada con el universo, karma, dios o cualquier fuerza superior que le había echado a perder el día desde la mañana, se apresuró a levantarse de la cama y tomar su ropa. Por suerte, ella tenía la costumbre de preparar todo la noche anterior, así que su uniforme escolar, ya limpio y planchado, estaba listo y colgaba de un pequeño gancho en la pared. Si no tuviese esa costumbre, seguramente habría perdido valiosos minutos de preparación.

Lily se dio una rápida ducha con agua fría, pues no quiso desperdiciar tiempo esperando a que el agua se calentara. El baño helado la despertó por completo y milagrosamente enfrió sus ganas de enfadarse con el mundo, cosa que muchos agradecerían debido a su temperamento. Después de todo, ella podía ser un demonio si lo necesitaba, aunque era cierto que generalmente era dulce y juguetona. No era feminista, pero creía que podía defenderse de e incluso dominar a gran parte de los hombres. Y éstos estaban perfectamente conscientes de ello.

Tras enjuagarse bien y asegurarse de que no tenía ninguna sola burbuja en el cuerpo o en el cabello, cerró la llave y tomó su toalla. Decidió que no usaría la secadora de pelo para ahorrar tiempo, así que simplemente se frotó velozmente y se puso la ropa, la cual había colgado en el baño de antemano, sobre su cuerpo húmedo.

Por anticuado que pareciese, su academia tenía reglas estrictas en cuanto a vestimenta, por lo que obligaba a sus estudiantes a utilizar uniforme. Aunque en un principio a los alumnos les parecía algo ridículo debido a su edad y se quejaban frecuentemente, al final terminaban acostumbrándose a llevarlo. Era, de hecho, una característica bien reconocida alrededor de la ciudad. “Oh, hey, ¿usas uniforme en la preparatoria? Seguro que estudias en la Academia de la Laguna, ¿a que sí?”. Los estudiantes varones siempre llevaban un conjunto de traje: camisa blanca de mangas largas con un saco azul oscuro por encima (el cual llevaba el emblema de la academia en el corazón), pantalón de vestir del mismo color, y zapatos y corbata negros. Por el lado de las chicas, el uniforme simplemente se veía “feminizado”: el pantalón era reemplazado por una falda, por supuesto, y la chaqueta era un poco más pequeña, como para resaltar la figura. Fuera de ello, era exactamente el mismo. Para ser capaz de sobrevivir sin quejarse durante su primer año, Lily intentó convencerse de que los estudiantes de Hogwarts lo tenían peor, pues llevaban eso, más una capa y sombrero.

Finalmente logró ponerse todo su uniforme, cepillarse el cabello, limpiarse los dientes y ponerse crema hidratante como de costumbre. Apresurada, abandonó el cuarto de baño y se dirigió de nuevo a su habitación para revisar que todo lo necesario estuviese en su mochila. Era poco probable que olvidara algo, puesto que, al igual que hacía con su uniforme, arreglaba sus pertenencias antes de irse a dormir. No obstante, si el karma se había encargado de apagar su despertador, era posible que le sacara algo de la mochila o descompusiera el motor del autobús.

—Probablemente tome un taxi hoy... —murmuró Lily, ensimismada, una vez consideró la posibilidad. Era la más probable acción que el universo tomaría, ahora que había confirmado que todo (monedero, llaves, credencial, libros y bolígrafos) estaba dentro de su mochila.

Mientras bajaba corriendo las escaleras, se preguntó qué había hecho para que los dioses la castigaran. ¿Acaso era por decirle a Nathalie Hamilton que no tenía madera de modelo, incluso si no quiso ofenderla? ¿Tal vez por echarle en cara a Emily Wells lo pequeños que eran sus pechos? ¿O era por rechazar por enésima vez una invitación de su vecino Ken? La última vez que había hablado con él había sido dos días antes, cuando tocó a la puerta y, seguramente nervioso, se había ido antes de que Lily pudiera abrirle.

Se permitió perder algunos instantes de su carrera para detenerse en la cocina a robarle una rebanada de pan tostado a su hermano Kyle, quien había vuelto de Seattle la noche anterior, aunque esta vez acompañado por “su prometida”. Éste seguramente había abandonado su desayuno para ir al baño en el último minuto o a hacer alguna cosa sucia con su novia (quién sabe, tal vez ambas), la cual también se encontraba viviendo con ellos en esos momentos, mientras Kyle buscaba una casa que pudiera permitirse con su sueldo.

Lily suspiró, recordando con nostalgia cuando en aquella familia vivían solamente tres hermanos, en armonía a pesar de sus constantes riñas infantiles. Ahora con Kyle finalmente considerando el matrimonio y con su otro hermano estudiando lejos de casa, ella se encontraba prácticamente sola y aburrida. Y, aunque le costaba admitirlo, eso la hacía sentir deprimida de vez en cuando.

—Ojalá... algo interesante pasara...—se dijo, ensimismada, masticando el seco trozo de pan. Tras echarle una rápida ojeada al reloj de pared, decidió que ya era hora de irse—. ¡Me voy, ma'! —añadió, esta vez en voz en grito, a la par que abría la puerta principal de un tirón y salía al jardín. Se aseguró de escuchar la voz ahogada e intentendible de su madre responderle, seguramente bendiciéndola o deseándole un buen día; y apenas lo hizo, cerró de un portazo y se olvidó de echarle llave.

Levantó la cabeza hacia el cielo para intentar predecir el clima de aquel día. Había una cantidad alarmante de nubes grises, pero probablemente pasarían de largo la ciudad. Y en dado caso de que llegase a llover, lo más seguro es que fuese un simple y efímero aguacero. Por lo tanto, prefirió dejar el paraguas en casa.

Mientras caminaba con la cabeza en alto, tropezó accidentalmente con su gato.

Maldiciéndole al karma de nuevo, dio media vuelta para ir a recoger su paraguas.


15 de septiembre de 2014 y Hitori Yagari inició aquel día como cualquiera. Su despertador no fue desconectado y no tuvo que ducharse con agua fría. No tuvo prisa alguna en ponerse su uniforme, e incluso se permitió desaparecer un poco del mundo físico mientras se ponía los calcetines, teniendo numerosos pensamientos sin relación alguna, como si había olvidado hacer algún reporte o si llovería igual que el día anterior.

Su tiempo de preparación no fue mucho: probablemente sólo tuvo problemas para darle el visto bueno a su cabello, que tenía que estar perfecto por si llegaba a encontrarse con su vecino o alguien que pudiera interesarse en él. Pero exceptuando aquello, la mañana transcurrió con tranquilidad. Su MP4 estaba cargado hasta el tope, el anillo plateado de Ben seguía en su dedo y en la cocina aún quedaban galletas con chispas, así que podía comerse algunas en el camino. Sí, todo estuvo tranquilo.

No hizo mucho antes de irse: cepillarse los dientes, ponerse algo de desodorante, beber un poco de agua... Hacer la cama justo después de despertarse, poner la ropa sucia en el cesto o prepararse un desayuno no eran costumbres suyas, así que tampoco había mucho que hacer en la mañana. Simplemente se despediría de su madre y daría su tiempo de preparación como terminado.

Su casa, bastante cercana a la playa, estaba algo lejos de la academia, por lo que Hitori no podía hacer el trayecto caminando (a menos que se levantara mucho más temprano, pero la idea no le agradaba mucho). Generalmente tomaba el transporte público o un taxi, aunque ocasionalmente su madre se ofrecía a llevarlo. Sin embargo, ese día no fue una de esas dichas ocasiones, así que Hitori decidió tomar el autobús. No el del colegio (pues no llegaba tan lejos), sino el público, donde no había tanto alboroto.

Como de costumbre, ignoró el paragüero del pasillo y salió hasta las escaleras del edificio. Desde allí, a través de una pequeña y sucia ventana, contempló el cielo teñido por los suaves y agradables colores del amanecer. A lo lejos, se distinguía el perfecto horizonte marino reflejando el sol matutino.

—Qué vista más bonita... —se dijo el chico, a la par que se colocaba sus auriculares y comenzaba a bajar por las escaleras. Después de echarle una última ojeada al mar, no pudo evitar que en su rostro se dibujara una leve sonrisa.


Al final, resultó que Lily llegó más temprano que de costumbre. Unos cuantos minutos, solamente, pero más temprano al fin y al cabo. Con las prisas que llevaba, se las arregló para tomar el primer autobús que vio sin preocuparse siquiera por la hora; al final, el transporte al que subió era el de las 6:30, cuando la chica solía tomar el de las 6:45. Tardó cerca de diez minutos en llegar a la academia, como todos los días, donde se encontró, sorprendida, con los pasillos prácticamente vacíos. Fue allí donde tuvo la brillante idea de mirar el reloj de su móvil. Se sintió tonta y avergonzada, pero agradeció que no hubiese nadie para verla haciendo semejante ridículo.

La sensación que le transmitía ver su aula de química completamente vacía y en penumbra era un poco deprimente, aunque satisfactoria a la vez. Como bien alguien dijo alguna vez, “lo malo de la puntualidad es que no habrá nadie para presenciarla”. ¡Falso! Lily estuvo allí para verse llegar temprano a sí misma y eso le hacía sentirse orgullosa. Siempre había llegado temprano a clase y no había faltado ni un solo día. Y ese día no iba a ser la excepción.

Lily bostezó. A pesar de que había dormido un poco más, se sentía más cansada que de costumbre; probablemente era así porque su reloj biológico, tras haber notado que la chica no despertaba a las 5:30 de la mañana, pensó que era sábado o un día festivo, así que decidió entrar en sueño REM una vez más. ¿Y si recuperaba ese cansancio durmiendo un poco antes de clase? Siendo técnicos, no estaría rompiendo ninguna regla mientras se despertase antes de que sonara la campana, ¿no? Sí, el reglamento no decía nada sobre...

Hitori encendió la luz del aula sin previo aviso, arrastrando a Lily súbitamente al mundo real una vez más. La chica, estudiante modelo de la academia, no podía permitirse que nadie la viera en un estado tan nefasto, —¿Ella, Lily Flynn, durmiendo en el colegio? ¡Sería algo vergonzoso y lamentable si la gente llegase a saberlo!— así que se irguió en un instante y se acomodó el cabello y el sombrero cabbie con unas manos tan rápidas que cualquier experto de artes marciales envidiaría. La maniobra casi le salía perfecta, sino fuese porque se puso nerviosa en el último minuto y se golpeó la rodilla con la mesa justo cuando Hitori daba la media vuelta.

Fue divertido. Inevitablemente, Hitori dejó escapar una risita, la cual quiso enmascarar como una tos. La chica lo notó de inmediato y, con las manos todavía bajo la mesa de laboratorio y dagas en los ojos, se lo recriminó:

—¡No es gracioso! ¡Me ha dolido, sabes!

Hitori se encogió de hombros y se apuntó con el índice a la oreja. Como llevaba puestos los auriculares, lo más probable es que esa chica pensara que no había oído sus quejas y que no había manera de entender lo que decía. Pero para él, que tenía su música a un volumen mínimo, las protestas eran perfectamente entendibles... y molestas.

—¡Yagari! —chilló—. No soy idiota, ¡no tienes el derecho puesto!

Oh, sí, sabía que algo andaba mal... Pero que la chica se hubiese dado cuenta no le importó mucho; lo que le interesó fue el hecho de que lo hubiera llamado por su apellido. ¿La conocía de antes? Por su parte, no podía estar seguro. Pero por la de ella; bueno, las clases habían comenzado hacía sólo una semana, así que era algo particular que la joven se hubiese familiarizado con su nombre en tan poco tiempo.

—Oh, perdona... tú... —se quiso disculpar el estudiante, pero se detuvo a medio camino al darse cuenta de que, efectivamente, no conocía a esa chica. Sí, la había visto alguna vez en los pasillos, y habían tenido esta misma clase, química, juntos; pero, en cuanto al nombre se trataba, nada aparecía en la mente del chico.

—¡Flynn! ¡Lily Flynn! —terminó ésta, ofendida porque hubiese alguien que no la reconociera. Tal vez se estaba acostumbrando demasiado a que le dijeran “Hey, ¡tú eres esa chica de esa revista!”; probablemente era culpa de su vecino acosador. Lily apartó la mirada de Hitori, soltó un largo suspiro y volvió a recargarse en la mesa de metal. Y luego—: ¡Ah! —se levantó de un saltó—. ¡No estaba dormida, Yagari, para que quede claro!

Si se hubiese tratado de uno de los animes que veía, a Hitori le hubiera salido una gran interrogante sobre la cabeza. Pero como no lo era, lo único que pudo expresar fue:

—¿...eh...?

—¡Sólo estaba descansando los ojos! —continuó la chica, quien asumió que su compañero estaba entendiendo el mensaje—. Ayer estuve... anoche estuve planeando una sesión de fotos —mintió.

—¿Sesión de fotos? —repitió Hitori, comenzando a hacerse una idea de lo que Lily Flynn era. ¿Acaso era famosa? ¿Cantante, actriz, bailarina?

—Modelo —dijo simplemente, como si le hubiera leído el pensamiento al chico. Orgullosa, se acomodó el cabello y mostró su sonrisa de fotografía. Pero Hitori no pareció inmutarse en lo más mínimo. Parecía que tenía puesta la vista en otro sitio, encima de su cabeza...

—¿Cómo puedes ser modelo teniendo tan mal sentido de la moda? —inquirió, señalando a Lily con el índice—. Los sombreros de ese tipo no se llevan así.

—¿Qué? —soltó Lily, incapaz de comprender. Curiosa, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a palpar el sombrero que llevaba puesto—. ¡Ah! —soltó luego de que notara que lo tenía ladeado y al revés. Tras reacomodarlo, le insultó—: ¡Eres una horrible persona!

Acto seguido, Lily giró su asiento para darle la espalda y se volvió a recargar en la mesa. A Hitori le pareció un gesto muy infantil, aunque adorable. No le interesaban las chicas, era cierto, pero eso no le impedía darse cuenta de que Lily era una joven muy bonita y, como tal, seguramente le había sentado mal su anterior comentario.

—Ains... —bufó el chico, dejando su mochila en el suelo junto a la mesa. Dudó unos pocos segundos, pero después se decidió a tomar asiento en el otro banco, al lado de Lily.

Generalmente él era amigable con las personas, pero también tenía sus límites, los cuales le impedían tratar con una persona tan exageerada como Lily Flynn. Aunque... la chica parecía un poco deprimida... ¡No! ¡Seguro que era uno de sus trucos femeninos para llamar la atención! Ella sola podría alegrarse el día. Él no tenía ninguna jodida necesidad de...

—Así que... modelo, ¿no? —repitió el chico, con la mirada clavada en el techo para evitar ver a la chica. Lily lo notó y aprovechó para liberar una sonrisilla malvada. La chica, que había crecido con dos hermanos mayores, tras hartarse de mantenerse defensiva siempre, con el tiempo aprendió a atacar con estrategias cada vez más ingeniosas, incluyendo, por supuesto, las más astutas trampas.

Hitori era distinto al resto de los muchachos de la escuela: no le importaba en absoluto si ella era modelo o no. Era un hombre “sin apetito”, por llamarlo de alguna manera, lo que lo convertía en una de las pocas personas que podía mirar a Lily a los ojos sin imaginarla con toda la colección de verano puesta. Sin duda, era alguien a quien no dejaría escapar.


Esta vez, el karma había decidido cambiarse de bando: como se habían sentado en la misma mesa de antemano, Hitori Yagari y Lily Flynn terminaron siendo escogidos como compañeros de laboratorio por el profesor de química, el señor Green. Exactamente como la chica lo había planeado en un principio, de hecho. No fue muy difícil; a decir verdad, puesto que el Sr. Green era, básicamente, un vago reconocido por la sociedad: sus castigos consistían en revisar deberes y exámenes, daba todas las lecciones leyendo el libro de texto sin cambiar una sola palabra, sacar una A+ en los experimentos era tremendamente fácil y, lo más importante para los alumnos de esa clase, uno podía ser pareja de quien quisiera. Como el profesor no tenía que esforzarse pensando en cómo ordenar los equipos, aceptaba aquellas “sugerencias” con mucho gusto.

Lily estaba perfectamente consciente de ello; pero Hitori, por otro lado, que no había tenido clase con el Sr. Green jamás, fue atrapado en la estrategia de la chica como una delicada mariposa den la red de una hambrienta araña.

—¿Por qué... he terminado aquí...? —se decía Hitori, ensimismado, mientras miraba sin ver cómo Lily vertía contenidos líquidos en un vaso de precipitado. La chica parecía disfrutar los cambios de color del líquido y la manera en la que los sólidos se agitaban en el fondo. Alegremente, tarareaba una canción cuyo nombre Hitori no pudo recordar, pero conocía de algún lado; y antes de que se diese cuenta, el distraído chico ya se encontraba acompañando a su compañera en armonía.

—Kick it up a notch —dijo Lily, sin apartar la mirada del tubo de ensayo que sostenía en la mano. Extrañado, Hitori sólo pudo responder con un “¿Eh?” que lo hizo sentir un poco estúpido. Como si la chica hubiera sabido de antemano que su compañero no entendería la frase, repitió casi al instante—: Kick it up a notch. Así se llama. Es de un musical de hace tres años.

—¡Ah! —soltó Hitori, recordando de pronto cómo lo había visto a través de Internet por petición de un amigo. No, de hecho—: Sólo lo pasaban por Youtube, ¿no?

—Ajá. Últimamente el Internet crece demasiado, ¿no crees? —Lily se giró hacia él y le dedicó una sonrisa—. Vlogs, Podcasts, Blognovelas...

—Claro... —coincidió el chico, pese a que no estaba escuchándola en realidad. Había vuelto a distraerse al mirar al frente y toparse con la mirada de Brian Saunders. No pudo ignorar los pequeños ojos azules con largas pestañas, que se encontraban viendo en dirección a la mesa de laboratorio donde Hitori estaba... Por Dios, estaba mirando a Lily, ¿verdad?

—...hacer videochat con varias personas, además. Creo que si tienes... —continuaba Lily, ignorante a que Hitori no la escuchaba, puesto que tenía la mirada puesta en su vaso de precipitado, en el cual agitaba una sustancia de color celeste.

—Sí... —contestó el chico, sintiéndose derrotado pero todavía sosteniendo la mirada a la mesa de Brian. ¿Podría el ser modelo también...? En silencio, comenzó a considerar la posibilidad. ¿Tenía que contactar a una agencia sin importar el momento o debía esperar a que ésta estuviese buscando gente? ¿Habría problema alguno si...?

—Se llama Nexus —de pronto, la voz de Brian sacó a Hitori de sus pensamientos. El muchacho seguía viendo embelesado a Lily, y aparentemente también la había estado escuchando con atención, pues la había interrumpido para aclararle que el software que había mencionado tenía nombre. Y, extrañamente, ese nombre le sonaba mucho a Hitori...

—¿Nexus, dijiste? —inquirió, interviniendo de una manera poco educada.

—Sí... Flynn hablaba sobre un programa hacker o algo así —explicó el joven—. Lo he leído por allí. Si lo metes en un aparato portátil con Wi-Fi, puedes conectar y explorar otros sin necesidad de pedir permiso.

—O sea que si lo instalo, digamos, en mi MP4...

—¿Tiene conexión sin cables? —interrumpió Brian.

—Sí —confirmó Hitori, sacándoselo del bolsillo y mostrándoselo a su compañero—. Aunque nunca lo he usado, no sé si...

—Mira, si le metes el Nexus ése, puedes ver lo que tiene el móvil de Flynn sin que ella se dé cuenta. Es sólo un ejemplo y... ¡Ah! —de pronto, el rostro de Brian se iluminó. El chico se giró y le susurró algo a su compañero de laboratorio, que segundos después le pasó un PSP por debajo de la mesa.

—Nexus, ¿no? —dijo Lily, mirando a su pareja ahora que Brian se había dado la vuelta—. Qué raro, creo que el CD que recibí decía ese nombre...

—¿CD? —repitió Hitori, mientras en su memoria aparecía un Pendrive abandonado en la playa, con una pequeña etiqueta que ilustraba un borroso graffiti. Un Pendrive que contenía un programa que ahora estaba instalado en su ordenador personal. Tras decidirse a llegar al fondo del asunto, el chico llamó—: Flynn.

—¿Hmmm?

—Dijiste que tenías el Nexus ése, ¿no?

—Emm... No realmente, yo...

—Hablaremos en el almuerzo. Tienes el cuarto periodo libre, ¿no? —tras escuchar la campana marcar el fin de la primera clase, Hitori tomó sus cosas, se levantó de la mesa y salió del aula sin despedirse de nadie. Ni siquiera de su compañera de laboratorio, quien lo llamaba, indignada por, su apellido.

15 de septiembre de 2014 y, por azares del destino, Lily Flynn y Hitori Yagari habían sido elegidos como compañeros de laboratorio.

------------------


Seguramente habrá gente que reconocerá esta plantilla. Originalmente es de color rojo, no tiene fecha y lleva un símbolo de un demonio al lado de la señal... sí, es el fondo utilizado en el COMP, en la sección de perfiles, del videojuego de Atlus, Devil Survivor. Resulta que tanto Sombra como yo somos fans del juego y como la mecánica de "invocación" será un poco parecida al final se me vino a la cabeza esta idea.

¿Verdad que el perfil de Lily me ha quedado precioso? :3

El co-líder Hitori para la próxima~~

No hay comentarios:

Publicar un comentario