martes, 9 de agosto de 2011

Capítulo 18 - Jacqueline (Parte 2)

Ahora que he metido una situación de cambio de sexo, Psique finalmente podrá ser ilustrado y distribuido como un manga (?)


Y bueno, debo decir que ahora me resultará más difícil continuar con Psique cada semana, puesto que acabo de entrar al instituto. Además de los estudios, me enfocaré más en Nexus, en la corrección para ¡No lo leas! y en la secuela, Sangre, la cual quisiera escribir como un proyecto escolar y así matar dos pájaros de un tiro.


Pero ya estamos más para allá que para acá en cuanto al final se refiere (:


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E inexplicablemente, Felix Flynn se había convertido en Jacqueline Reese. O al menos, eso fue lo que el confuso muchacho creyó en un principio. Todas las sensaciones que lo rodeaban le confirmaban que, en definitiva, estaba en el cuerpo de una chica.

Primero, se dio cuenta de que su vista era mucho más clara. Aquel día, una vez terminaron las clases, decidió dejar las lentillas en el dormitorio, ya que solamente tenía problemas para enfocar lo que el profesor escribía en la pizarra y no las necesitaría por el resto del día. Su miopía era muy leve —tanto que el chico prefería usar anteojos y sentarse al final de la clase en lugar de estar al frente sin nada puesto—, por lo que no le incomodaría a menos que se esforzara demasiado en enfocar. No obstante, una vez Jacqueline había hecho lo que fuese que había hecho, todo lo que Felix veía se había aclarado de una manera sorprendente. Después de ello, advirtió que su cuerpo era más pequeño y esbelto que antes y que la ropa que llevaba puesta le resultaba más delicada y suave de lo normal.

Finalmente, sintió los dos senos en su pecho y estuvo a punto de desmayarse del shock.

Hubiera gritado del susto si hubiese podido, pero se percató de que era incapaz de controlarse. Ni siquiera la urgencia de llevarse la mano al torso y confirmar que todo eso estaba pasando de verdad era lo suficientemente poderosa como para levantar su brazo. E, incapaz de moverse, su cuerpo fue capaz de percibir muchas más sensaciones, diminutas pero notables al instante si uno se concentraba en ello, como su largo cabello cayéndole hasta media espalda y haciéndole cosquillas en el cuello debido al viento, la incomodidad de llevar zapatillas de tacón o el aire colándose por debajo de su falda. Era aterrador.

Experimentó una extraña sensación de doble personalidad. Una pequeña vocecilla detrás de su cabeza le recordaba que era Jacqueline y no Felix. Era como si tuviese dos consciencias que luchaban por mantener el control. Primero estaba la de la chica, la original, que hacía lo posible por transmitir la información tan escrupulosamente como fuese posible, tanto en el área física como mental; y por otro lado estaba la mente del muchacho, no perteneciente, un invasor que no podía hacer nada más sino contemplar.

—¡Lauren, presta atención! —exclamó el ambiguo individuo. Felix se asombró al escuchar la voz de Jacqueline salir por los labios que ahora sentía suyos. Sintió la consciencia de la chica ordenar las palabras en su mente y mandar la orden a su boca, algo que a uno le parecería tan natural pero que al muchacho, como espectador, le resultaba bastante ajeno y un poco estremecedor. Sin prestarle atención al Felix dentro de su cabeza, la chica continuó—: ¡Se ha desmayado!

Inmediatamente el chico supo a qué se refería su compañera. Quiso girarse para ver mejor, pero se volvió a topar con el hecho de que aquel cuerpo no era suyo. Afortunadamente, Jacqueline se había preocupado por el muchacho desconocido que había perdido la conciencia y había posado sus ojos sobre él. A Felix le resultó atractiva la idea de verse a sí mismo, así que esperó pacientemente a que la joven se acercara a él; sin embargo, quienes comenzaron a atenderle fueron los dos médicos que segundos antes habían estado acompañando a Vince y James.

Jacqueline pasó de largo a Felix, quien estaba siendo sostenido por los brazos por Ethan mientras lo examinaban, como si simplemente no estuviera allí, y se plantó frente a Lauren, a quien miró autoritariamente, lo cual resultaba un poco gracioso debido a que la mujer era por lo menos diez centímetros más alta que la chica, cuya única opción era levantar la cabeza para mirar a su subordinada a los ojos.

—Creo que he mencionado varias veces que es prioritario revisar la salud de los implicados antes de tomar cualquier otra acción, Lauren —le reprochó la chica, sin retroceder ni un poco ante la abrasadora mirada asesina de la otra mujer. No obstante, debido a que Jacqueline seguía siendo su superior, ésta última tuvo que tragarse sus palabras y coincidir al hacer un leve gesto con la cabeza.

—Entonces tú —comenzó de nuevo la mujer, esta vez ilustrando sus palabras al señalar a Samantha con el dedo—, acompáñame y responde a las preguntas en su lugar —Lauren señaló a Felix con la cabeza—.

—A-Ah... S-Sí... —balbuceó la chica. Y tras dirigirle una última mirada a Felix, a quien Ethan ya había recostado en el suelo, siguió a Lauren y a su asistente hasta un lugar más apartado.

El verdadero Felix, mientras tanto, ya había averiguado las intenciones de Jacqueline al encontrarse dentro de su cabeza. A la chica sin duda le había parecido sospechoso que se desmayase alguien que no tenía heridas evidentes, por lo que tenía que atribuir el episodio a una razón que fuese menos perceptible, como fatiga extrema o alguna enfermedad de la que no estuviera consciente. Lo primero que Jacqueline notó en Felix era que el muchacho no parecía dormir plácidamente, sino que de vez en cuando se sacudía levemente o que dejaba escapar corrientes de aire de su cuerpo. Por ello, además, la joven dedujo que aquel estudiante tenía el don del viento.

Jacqueline levantó la vista una vez más y recorrió con ella a todos los presentes. Solamente reconocía a Ethan, a quien había conocido casi dos años atrás, cuando era sólo un novato. Después de eso sólo pudieron verse una vez más, así que su relación no era tan profunda: compañeros de trabajo en zonas distintas. Tan simple como eso.

Por otro lado, estaba una tímida chica con el cabello castaño. Su preocupación por el muchacho inconsciente y su necesidad de cuidar de él eran casi palpables, pero dudaba sobre si debía acercarse, debido a que ya estaba el médico que lo estaba examinando y no sabía si sería una ayuda o si interrumpiría su trabajo.

Con James, por otra parte, también se había encontrado antes, pero tampoco suficientes veces como para entablar una amistad. De todos modos, el muchacho siempre había sido bastante serio en cuanto al Project Psique se trataba, por lo que nunca había visto necesario relacionarse con Jacqueline.

Finalmente, estaba un chico a quien no pudo distinguir muy bien, puesto que intentaba, sutilmente, cubrirse la cara con la mano. Su intento era un fracaso en cuanto a gracia se refería, cierto, pero estaba haciendo un buen trabajo en ocultar su identidad. En todo caso, Jacqueline no podía negar que le resultaba curiosa su actitud y que le atraía un poco la idea de desenmascararlo y conocer sus motivos.

—Vaya sorpresa, Jackie —comenzó Ethan. La chica se giró hacia él—. Así que has avanzado de rango, ¿hmm?

¿Por qué te sorprende, fracasado? —escuchó Felix, dentro de la mente de Jacqueline. Le extrañó la hipocresía de la chica y deseó que ésta pensara en las razones para llamar de tal manera a Ethan para poder leer su mente, mas la joven no lo hizo; simplemente añadió en voz alta, entre bien actuadas risitas—: ¿Tú crees?

—Bueno, sí. La última vez que te vimos estabas bajo la tutela de alguien más.

—¡Ah, sí! Ése era Alex... él, este... —Felix de pronto se sintió triste y melancólico. Experimentó el sentimiento de nostalgia de Jacqueline y la soledad que siempre venía después. Sintió el dolor de la chica cuando ésta explicó—: Perdió su Psique y... decidió borrar su memoria.

O sea que sí hay gente que reprime sus recuerdos —pensó Felix—. No lo entiendo... En todo caso, ¿por qué no se niegan a ayudar desde un principio? ¿De verdad alguien es capaz de deshacerse de todo lo que ha hecho así como así?

—Es una pena, por un lado; pero por el otro, ahora tienes la vía libre para mostrar lo que vales —señaló Ethan, con un tono de voz apático e indeferente, como si lo hubiese dicho más por obligación que por nada.

A Jacqueline le irritó enormemente la fría manera con la que “lamentaba” la partida de Alex y cómo insinuaba que éste era un solamente un estorbo para que la chica escalara su pequeña pirámide laboral, pero se guardó lo que sentía y simplemente respondió con una sonrisa falsa. Sería tonto tener una pelea con alguien que no entendía el concepto de amistad, además de que podría meterse en problemas por discutir con sus compañeros. Ya no era una niña y no podía permitirse tener un roce por algo tan diminuto como aquello.

—Equipo, ésta es Jacqueline Reese —continuó Ethan, girándose hacia los otros dos muchachos—. Ha ayudado al Project Psique algunas veces en el pasado. Posee un Psique de Espíritu y, por lo que veo, ahora tiene una buena posición en la rama de encubrimiento.

—Es una pena que tengamos que conocernos en estas circunstancias —se lamentó la chica, a la par que inclinaba la cabeza a manera de disculpa y saludo—. Aun así, estoy a vuestro servicio.

—Mi... Michelle Rivers —se presentó la chica tímida, con una voz suave y apenas audible—. Es... es un placer cono...certe...

—¿Mike...? —llamó Ethan, al ver que elmuchacho seguía escondido bajo su mano y se negaba a decir palabra alguna.

¡Maikonsoncantado! —soltó atropelladamente, a la par que se daba la media vuelta con un hábil giro.

—¡Ah! —exclamó Jacqueline de pronto, mientras por su cabeza pasaba la imagen de un risueño niño con ojos de color miel—. ¿Mike Johnson? ¿En serio, eres tú?

—¡No! —gritó, tajante, girando sobre sus talones una vez más. Esta vez, sin embargo, con la cara descubierta, por lo que Jacqueline pudo confirmar sus sospechas.

—¡Realmente eres tú!

—¡No! ¡Yo soy Mike... Mike...! ¡¡Mike Wasausky!!

—¡Mike, soy yo! ¡Jackie!

—Ja, no me jodas, Sherlock. No te conozco, shú shú shú—el chico hizo como si espantara a un perro callejero. Era evidente que, por lo menos en el fondo, ya había aceptado que lo habían reconocido, puesto que si no fuese así, no se estaría comportando como un perfecto patán.

Y de pronto, Mike se encontraba retorciéndose como un animal para intentar escapar de un abrazo de Jacqueline. La chica lo apretaba con tanta fuerza que lo único que el joven podía hacer era agitar su cabeza y patear el suelo, aunque todo era en vano.

—¡Oh, por Dios! —chilló la chica, emocionada—. ¡Te he echado tanto de menos!

—¡Suéltame, mentirosa! ¡Si realmente me extrañabas, podías haberme buscado!

—Esa es mi línea, tonto —rio Jacqueline—. ¡El hombre es el que debe hacer eso!

—Esto... —intervino Michelle, asomando la cabeza para que ambos notaran su presencia—. ¿Os conocéis de antes?

—Sip. Es mi primito —explicó Jacqueline, con una gran sonrisa, aunque Mike, que llevaba una mueca de hastío dibujada en el rostro, dijo una cosa muy distinta al mismo tiempo:

—Jackie es mi ex.

Un pesado e incómodo silencio envolvió al grupo. Jacqueline y Mike se vieron a los ojos, como preguntándole al otro telepáticamente por qué había dado aquella explicación. Tras varios segundos de sostenerse la mirada el uno al otro, ambos se giraron hacia Michelle y dijeron al unísono:

—Las dos cosas.

—¿Perdón? —cuestionó Ethan—. ¿No es eso legal, moral y genéticamente incorrecto?

Jacqueline dejó salir una risita:

—No seas tonto, Ethan. Fue una cosa de niños. Apenas y nos tomábamos de las manos. No cuenta.

Todo cuenta para un hombre, Jacqueline —discrepó Mike, finalmente separándose de su prima.

—Qué bien que ya reconozcas mi existencia, Mikey —el chico apartó la mirada, enfadado. La chica aprovechó la oportunidad para explicar la situación—: El padre de Mike es hermano de mi madre. Además, vivíamos en la misma calle, así que pasábamos mucho tiempo juntos.

—¡Y luego te mudaste! —acusó Mike, señalándola con el dedo.

—El Project Psique me reclutó —aclaró la chica—. Me dio muchas oportunidades, pero debía vivir cerca del dormitorio para tomarlas. Al final, cuando mi Psique finalmente apareció, fui trasladada a la rama de encubrimiento, así que tuve que mudarme cerca del laboratorio. Mamá no pudo decirte nada, obviamente.

—Eso no implicaba que cortaras relaciones con la familia.

—Mike, entiende... —lo consoló Jackie—. Tenía doce. Mamá estaba preocupada sobre si podría mantener el secreto.

—Doce... Qué joven. Sorprendente —opinó Ethan.

—Espera... ¿tu madre lo sabe? —preguntó Michelle. Jacqueline notó que se le había ido la vergüenza. De hecho, la había perdido por completo en cuanto había descubierto que era conocida de Mike.

—Claro. Es mucho más difícil de ocultar que vivir en un dormitorio, así que dejaron que mi madre se enterara.

—Uf... Eso simplificaría tanto las cosas... —se lamentó Michelle.

—Pero en fin... ¡Dime cómo te ha ido, Mike!

—Oh, no pasó gran cosa. Después de que mi única amiga desapareció, mamá se divorció y se casó con un cara de escroto adicto al alcohol. ¿A que me ha ido de perlas? —respondió de mala gana, apretando los dientes y esforzándose para no gritar. Una vez más, se metió las manos en los bolsillos y le dio la espalda al grupo.

—Oh, Mikey, perdón... yo...

Repentinamente, la disculpa de Jacqueline se vio interrumpida por una autoritaria voz que llamaba:

—¡Michael Johnson!

El grupo entero se giró para divisar a Lauren y su asistente acercándose, con Samantha siguiéndolos de cerca. Aunque, por alguna razón, ahora los seguían más personas: el director Reynolds y dos agentes de traje que recordaban a los espías americanos de las películas de Hollywood.

—¡Presente! —respondió, nerviosamente—. Quiero decir... Eh... ¿Sí? —añadió después, tras darse cuenta del error y la tontería que había cometido.

—¿Es él, señor? —cuestionó uno de los hombres trajeados, con una voz grave y tranquilizante, como la de un cantante de Blues, dirigiendo su mirada hacia el director Reynolds, quien se apresuró a responder:

—Sí, él es el chico.

De inmediato fueron evidentes los nervios que dominaban al muchacho. Además de que su frente empezó a humedecerse por el sudor, comenzó a apretar los labios y a mover frenéticamente los dedos, sacando de vez en cuando alguna chispa. Y no era el único afectado: Michelle le miraba con los ojos engrandecidos por el miedo, mientras cambiaba su peso de un lado al otro. Ethan tenía dibujada una gran interrogante en el rostro, y no dejaba de mirar alternadamente a Mike y a Lauren.

—¿Sucede algo? —preguntó Jackie, dando un paso al frente. En otra situación, seguramente habría preguntado con desinterés, pero tratándose de su primo, no pudo evitar que la voz le temblara un poco.

—Encontramos una nota en el cuerpo del poseedor de tierra —explicó el otro hombre de muy mala manera y como si le agradase la situación. A Felix le molestó mucho cómo se refirió a Vince, como si ya hubiese fallecido; y, según los recuerdos que presenciaba, a Jacqueline también.

Segundos después, el chico sintió un vuelco en el corazón, pues recordó un sobre de color amarillo que James le había pedido a Vince que entregara.

—¿Una nota? —repitió Jackie—. ¿Y qué pone?

—Explica cómo este joven —el hombre señaló a Mike con el dedo— utilizó su Psique para beneficio propio, cómo se infiltró a una bodega de armamento, robó brazaletes de transporte simultáneos y cómo los utilizó en tres de sus compañeros —el hombre leyó un trozo de papel que llevaba en la mano—. Vince Miller, poseedor de roca (y además, infectado), Michelle Rivers, poseedora de agua, y Felix Flynn, poseedor de viento.

—Me temo que lo que James informó en esa nota debe cumplirse —apuntó el director Reynolds—. Si ha roto las reglas, en ese caso debe tener un castigo.

Repentinamente, James se alzó en la camilla hasta quedar sentado. Aparentemente la Sangre Corrompida no tenía repercusiones en el cuerpo, puesto que el chico ni se inmutó cuando gritó a viva voz:

—¡Padre, no! Escribí esa nota sin saber que la sangre me estaba afectando. Estaba bastante enfadado sin razón y por ello...

—Pero los hechos sucedieron de todas maneras, ¿no es así? —interrumpió el hombre de voz grave—. El chico robó tecnología y la utilizó para su beneficio. Rompió reglas fundamentales y ahora debe pagar el castigo.

—Recuerda que como líder, James, debes tener una visión imparcial —dijo el director. Finalmente, le hizo un gesto con el dedo a Mike y pronunció la sentencia—: Michael Johson, ven con nosotros a discutir tu castigo. Jacqueline —añadió—, encárgate de Felix...

Repentinamente, las sensaciones abandonaron al chico sin previo aviso. Como cuando se había desmayado, sintió cómo todo a su alrededor se oscurecía y cómo él se convertía en una consciencia flotante en la nada, únicamente con la capacidad de pensar. Inmediatamente, el chico supo que el recuerdo había terminado, así que debía estar volviendo a su cuerpo original.

Y ciertamente, tras unos instantes de inmaterialidad, la teoría de Felix se volvió realidad y la luz retornó a sus ojos.

2 comentarios:

  1. Me llego a meter en un cuerpo de chica y no sé si alegrarme o asustatme xDD

    Suerte que ya volvió a su cuerpo...Pobre Mike, espero que el castigo no sea demasíado cafre.

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  2. "¡Mike Wasausky!", que gracia me ha hecho xD Lo he leído con la voz de la niña (Boo~) de la película de Monstruos S.A. xDDDDDD

    Dadas las circunstancias entonces habrá que esperar bastante al siguiente capítulo, pero bueno; ¡¡espero que vayan muy bien los estudios y todo lo demás!!
    En cuanto a Nexus, tenía pensado empezar a leermelo... pero tengo tantas cosas por hacer ya que se me amontonan :_D

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