lunes, 18 de junio de 2012

Nunca he sido un hombre de muchas palabras...

...así que en lugar de ello,
 


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miércoles, 2 de noviembre de 2011

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martes, 9 de agosto de 2011

Capítulo 18 - Jacqueline (Parte 2)

Ahora que he metido una situación de cambio de sexo, Psique finalmente podrá ser ilustrado y distribuido como un manga (?)


Y bueno, debo decir que ahora me resultará más difícil continuar con Psique cada semana, puesto que acabo de entrar al instituto. Además de los estudios, me enfocaré más en Nexus, en la corrección para ¡No lo leas! y en la secuela, Sangre, la cual quisiera escribir como un proyecto escolar y así matar dos pájaros de un tiro.


Pero ya estamos más para allá que para acá en cuanto al final se refiere (:


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E inexplicablemente, Felix Flynn se había convertido en Jacqueline Reese. O al menos, eso fue lo que el confuso muchacho creyó en un principio. Todas las sensaciones que lo rodeaban le confirmaban que, en definitiva, estaba en el cuerpo de una chica.

Primero, se dio cuenta de que su vista era mucho más clara. Aquel día, una vez terminaron las clases, decidió dejar las lentillas en el dormitorio, ya que solamente tenía problemas para enfocar lo que el profesor escribía en la pizarra y no las necesitaría por el resto del día. Su miopía era muy leve —tanto que el chico prefería usar anteojos y sentarse al final de la clase en lugar de estar al frente sin nada puesto—, por lo que no le incomodaría a menos que se esforzara demasiado en enfocar. No obstante, una vez Jacqueline había hecho lo que fuese que había hecho, todo lo que Felix veía se había aclarado de una manera sorprendente. Después de ello, advirtió que su cuerpo era más pequeño y esbelto que antes y que la ropa que llevaba puesta le resultaba más delicada y suave de lo normal.

Finalmente, sintió los dos senos en su pecho y estuvo a punto de desmayarse del shock.

Hubiera gritado del susto si hubiese podido, pero se percató de que era incapaz de controlarse. Ni siquiera la urgencia de llevarse la mano al torso y confirmar que todo eso estaba pasando de verdad era lo suficientemente poderosa como para levantar su brazo. E, incapaz de moverse, su cuerpo fue capaz de percibir muchas más sensaciones, diminutas pero notables al instante si uno se concentraba en ello, como su largo cabello cayéndole hasta media espalda y haciéndole cosquillas en el cuello debido al viento, la incomodidad de llevar zapatillas de tacón o el aire colándose por debajo de su falda. Era aterrador.

Experimentó una extraña sensación de doble personalidad. Una pequeña vocecilla detrás de su cabeza le recordaba que era Jacqueline y no Felix. Era como si tuviese dos consciencias que luchaban por mantener el control. Primero estaba la de la chica, la original, que hacía lo posible por transmitir la información tan escrupulosamente como fuese posible, tanto en el área física como mental; y por otro lado estaba la mente del muchacho, no perteneciente, un invasor que no podía hacer nada más sino contemplar.

—¡Lauren, presta atención! —exclamó el ambiguo individuo. Felix se asombró al escuchar la voz de Jacqueline salir por los labios que ahora sentía suyos. Sintió la consciencia de la chica ordenar las palabras en su mente y mandar la orden a su boca, algo que a uno le parecería tan natural pero que al muchacho, como espectador, le resultaba bastante ajeno y un poco estremecedor. Sin prestarle atención al Felix dentro de su cabeza, la chica continuó—: ¡Se ha desmayado!

Inmediatamente el chico supo a qué se refería su compañera. Quiso girarse para ver mejor, pero se volvió a topar con el hecho de que aquel cuerpo no era suyo. Afortunadamente, Jacqueline se había preocupado por el muchacho desconocido que había perdido la conciencia y había posado sus ojos sobre él. A Felix le resultó atractiva la idea de verse a sí mismo, así que esperó pacientemente a que la joven se acercara a él; sin embargo, quienes comenzaron a atenderle fueron los dos médicos que segundos antes habían estado acompañando a Vince y James.

Jacqueline pasó de largo a Felix, quien estaba siendo sostenido por los brazos por Ethan mientras lo examinaban, como si simplemente no estuviera allí, y se plantó frente a Lauren, a quien miró autoritariamente, lo cual resultaba un poco gracioso debido a que la mujer era por lo menos diez centímetros más alta que la chica, cuya única opción era levantar la cabeza para mirar a su subordinada a los ojos.

—Creo que he mencionado varias veces que es prioritario revisar la salud de los implicados antes de tomar cualquier otra acción, Lauren —le reprochó la chica, sin retroceder ni un poco ante la abrasadora mirada asesina de la otra mujer. No obstante, debido a que Jacqueline seguía siendo su superior, ésta última tuvo que tragarse sus palabras y coincidir al hacer un leve gesto con la cabeza.

—Entonces tú —comenzó de nuevo la mujer, esta vez ilustrando sus palabras al señalar a Samantha con el dedo—, acompáñame y responde a las preguntas en su lugar —Lauren señaló a Felix con la cabeza—.

—A-Ah... S-Sí... —balbuceó la chica. Y tras dirigirle una última mirada a Felix, a quien Ethan ya había recostado en el suelo, siguió a Lauren y a su asistente hasta un lugar más apartado.

El verdadero Felix, mientras tanto, ya había averiguado las intenciones de Jacqueline al encontrarse dentro de su cabeza. A la chica sin duda le había parecido sospechoso que se desmayase alguien que no tenía heridas evidentes, por lo que tenía que atribuir el episodio a una razón que fuese menos perceptible, como fatiga extrema o alguna enfermedad de la que no estuviera consciente. Lo primero que Jacqueline notó en Felix era que el muchacho no parecía dormir plácidamente, sino que de vez en cuando se sacudía levemente o que dejaba escapar corrientes de aire de su cuerpo. Por ello, además, la joven dedujo que aquel estudiante tenía el don del viento.

Jacqueline levantó la vista una vez más y recorrió con ella a todos los presentes. Solamente reconocía a Ethan, a quien había conocido casi dos años atrás, cuando era sólo un novato. Después de eso sólo pudieron verse una vez más, así que su relación no era tan profunda: compañeros de trabajo en zonas distintas. Tan simple como eso.

Por otro lado, estaba una tímida chica con el cabello castaño. Su preocupación por el muchacho inconsciente y su necesidad de cuidar de él eran casi palpables, pero dudaba sobre si debía acercarse, debido a que ya estaba el médico que lo estaba examinando y no sabía si sería una ayuda o si interrumpiría su trabajo.

Con James, por otra parte, también se había encontrado antes, pero tampoco suficientes veces como para entablar una amistad. De todos modos, el muchacho siempre había sido bastante serio en cuanto al Project Psique se trataba, por lo que nunca había visto necesario relacionarse con Jacqueline.

Finalmente, estaba un chico a quien no pudo distinguir muy bien, puesto que intentaba, sutilmente, cubrirse la cara con la mano. Su intento era un fracaso en cuanto a gracia se refería, cierto, pero estaba haciendo un buen trabajo en ocultar su identidad. En todo caso, Jacqueline no podía negar que le resultaba curiosa su actitud y que le atraía un poco la idea de desenmascararlo y conocer sus motivos.

—Vaya sorpresa, Jackie —comenzó Ethan. La chica se giró hacia él—. Así que has avanzado de rango, ¿hmm?

¿Por qué te sorprende, fracasado? —escuchó Felix, dentro de la mente de Jacqueline. Le extrañó la hipocresía de la chica y deseó que ésta pensara en las razones para llamar de tal manera a Ethan para poder leer su mente, mas la joven no lo hizo; simplemente añadió en voz alta, entre bien actuadas risitas—: ¿Tú crees?

—Bueno, sí. La última vez que te vimos estabas bajo la tutela de alguien más.

—¡Ah, sí! Ése era Alex... él, este... —Felix de pronto se sintió triste y melancólico. Experimentó el sentimiento de nostalgia de Jacqueline y la soledad que siempre venía después. Sintió el dolor de la chica cuando ésta explicó—: Perdió su Psique y... decidió borrar su memoria.

O sea que sí hay gente que reprime sus recuerdos —pensó Felix—. No lo entiendo... En todo caso, ¿por qué no se niegan a ayudar desde un principio? ¿De verdad alguien es capaz de deshacerse de todo lo que ha hecho así como así?

—Es una pena, por un lado; pero por el otro, ahora tienes la vía libre para mostrar lo que vales —señaló Ethan, con un tono de voz apático e indeferente, como si lo hubiese dicho más por obligación que por nada.

A Jacqueline le irritó enormemente la fría manera con la que “lamentaba” la partida de Alex y cómo insinuaba que éste era un solamente un estorbo para que la chica escalara su pequeña pirámide laboral, pero se guardó lo que sentía y simplemente respondió con una sonrisa falsa. Sería tonto tener una pelea con alguien que no entendía el concepto de amistad, además de que podría meterse en problemas por discutir con sus compañeros. Ya no era una niña y no podía permitirse tener un roce por algo tan diminuto como aquello.

—Equipo, ésta es Jacqueline Reese —continuó Ethan, girándose hacia los otros dos muchachos—. Ha ayudado al Project Psique algunas veces en el pasado. Posee un Psique de Espíritu y, por lo que veo, ahora tiene una buena posición en la rama de encubrimiento.

—Es una pena que tengamos que conocernos en estas circunstancias —se lamentó la chica, a la par que inclinaba la cabeza a manera de disculpa y saludo—. Aun así, estoy a vuestro servicio.

—Mi... Michelle Rivers —se presentó la chica tímida, con una voz suave y apenas audible—. Es... es un placer cono...certe...

—¿Mike...? —llamó Ethan, al ver que elmuchacho seguía escondido bajo su mano y se negaba a decir palabra alguna.

¡Maikonsoncantado! —soltó atropelladamente, a la par que se daba la media vuelta con un hábil giro.

—¡Ah! —exclamó Jacqueline de pronto, mientras por su cabeza pasaba la imagen de un risueño niño con ojos de color miel—. ¿Mike Johnson? ¿En serio, eres tú?

—¡No! —gritó, tajante, girando sobre sus talones una vez más. Esta vez, sin embargo, con la cara descubierta, por lo que Jacqueline pudo confirmar sus sospechas.

—¡Realmente eres tú!

—¡No! ¡Yo soy Mike... Mike...! ¡¡Mike Wasausky!!

—¡Mike, soy yo! ¡Jackie!

—Ja, no me jodas, Sherlock. No te conozco, shú shú shú—el chico hizo como si espantara a un perro callejero. Era evidente que, por lo menos en el fondo, ya había aceptado que lo habían reconocido, puesto que si no fuese así, no se estaría comportando como un perfecto patán.

Y de pronto, Mike se encontraba retorciéndose como un animal para intentar escapar de un abrazo de Jacqueline. La chica lo apretaba con tanta fuerza que lo único que el joven podía hacer era agitar su cabeza y patear el suelo, aunque todo era en vano.

—¡Oh, por Dios! —chilló la chica, emocionada—. ¡Te he echado tanto de menos!

—¡Suéltame, mentirosa! ¡Si realmente me extrañabas, podías haberme buscado!

—Esa es mi línea, tonto —rio Jacqueline—. ¡El hombre es el que debe hacer eso!

—Esto... —intervino Michelle, asomando la cabeza para que ambos notaran su presencia—. ¿Os conocéis de antes?

—Sip. Es mi primito —explicó Jacqueline, con una gran sonrisa, aunque Mike, que llevaba una mueca de hastío dibujada en el rostro, dijo una cosa muy distinta al mismo tiempo:

—Jackie es mi ex.

Un pesado e incómodo silencio envolvió al grupo. Jacqueline y Mike se vieron a los ojos, como preguntándole al otro telepáticamente por qué había dado aquella explicación. Tras varios segundos de sostenerse la mirada el uno al otro, ambos se giraron hacia Michelle y dijeron al unísono:

—Las dos cosas.

—¿Perdón? —cuestionó Ethan—. ¿No es eso legal, moral y genéticamente incorrecto?

Jacqueline dejó salir una risita:

—No seas tonto, Ethan. Fue una cosa de niños. Apenas y nos tomábamos de las manos. No cuenta.

Todo cuenta para un hombre, Jacqueline —discrepó Mike, finalmente separándose de su prima.

—Qué bien que ya reconozcas mi existencia, Mikey —el chico apartó la mirada, enfadado. La chica aprovechó la oportunidad para explicar la situación—: El padre de Mike es hermano de mi madre. Además, vivíamos en la misma calle, así que pasábamos mucho tiempo juntos.

—¡Y luego te mudaste! —acusó Mike, señalándola con el dedo.

—El Project Psique me reclutó —aclaró la chica—. Me dio muchas oportunidades, pero debía vivir cerca del dormitorio para tomarlas. Al final, cuando mi Psique finalmente apareció, fui trasladada a la rama de encubrimiento, así que tuve que mudarme cerca del laboratorio. Mamá no pudo decirte nada, obviamente.

—Eso no implicaba que cortaras relaciones con la familia.

—Mike, entiende... —lo consoló Jackie—. Tenía doce. Mamá estaba preocupada sobre si podría mantener el secreto.

—Doce... Qué joven. Sorprendente —opinó Ethan.

—Espera... ¿tu madre lo sabe? —preguntó Michelle. Jacqueline notó que se le había ido la vergüenza. De hecho, la había perdido por completo en cuanto había descubierto que era conocida de Mike.

—Claro. Es mucho más difícil de ocultar que vivir en un dormitorio, así que dejaron que mi madre se enterara.

—Uf... Eso simplificaría tanto las cosas... —se lamentó Michelle.

—Pero en fin... ¡Dime cómo te ha ido, Mike!

—Oh, no pasó gran cosa. Después de que mi única amiga desapareció, mamá se divorció y se casó con un cara de escroto adicto al alcohol. ¿A que me ha ido de perlas? —respondió de mala gana, apretando los dientes y esforzándose para no gritar. Una vez más, se metió las manos en los bolsillos y le dio la espalda al grupo.

—Oh, Mikey, perdón... yo...

Repentinamente, la disculpa de Jacqueline se vio interrumpida por una autoritaria voz que llamaba:

—¡Michael Johnson!

El grupo entero se giró para divisar a Lauren y su asistente acercándose, con Samantha siguiéndolos de cerca. Aunque, por alguna razón, ahora los seguían más personas: el director Reynolds y dos agentes de traje que recordaban a los espías americanos de las películas de Hollywood.

—¡Presente! —respondió, nerviosamente—. Quiero decir... Eh... ¿Sí? —añadió después, tras darse cuenta del error y la tontería que había cometido.

—¿Es él, señor? —cuestionó uno de los hombres trajeados, con una voz grave y tranquilizante, como la de un cantante de Blues, dirigiendo su mirada hacia el director Reynolds, quien se apresuró a responder:

—Sí, él es el chico.

De inmediato fueron evidentes los nervios que dominaban al muchacho. Además de que su frente empezó a humedecerse por el sudor, comenzó a apretar los labios y a mover frenéticamente los dedos, sacando de vez en cuando alguna chispa. Y no era el único afectado: Michelle le miraba con los ojos engrandecidos por el miedo, mientras cambiaba su peso de un lado al otro. Ethan tenía dibujada una gran interrogante en el rostro, y no dejaba de mirar alternadamente a Mike y a Lauren.

—¿Sucede algo? —preguntó Jackie, dando un paso al frente. En otra situación, seguramente habría preguntado con desinterés, pero tratándose de su primo, no pudo evitar que la voz le temblara un poco.

—Encontramos una nota en el cuerpo del poseedor de tierra —explicó el otro hombre de muy mala manera y como si le agradase la situación. A Felix le molestó mucho cómo se refirió a Vince, como si ya hubiese fallecido; y, según los recuerdos que presenciaba, a Jacqueline también.

Segundos después, el chico sintió un vuelco en el corazón, pues recordó un sobre de color amarillo que James le había pedido a Vince que entregara.

—¿Una nota? —repitió Jackie—. ¿Y qué pone?

—Explica cómo este joven —el hombre señaló a Mike con el dedo— utilizó su Psique para beneficio propio, cómo se infiltró a una bodega de armamento, robó brazaletes de transporte simultáneos y cómo los utilizó en tres de sus compañeros —el hombre leyó un trozo de papel que llevaba en la mano—. Vince Miller, poseedor de roca (y además, infectado), Michelle Rivers, poseedora de agua, y Felix Flynn, poseedor de viento.

—Me temo que lo que James informó en esa nota debe cumplirse —apuntó el director Reynolds—. Si ha roto las reglas, en ese caso debe tener un castigo.

Repentinamente, James se alzó en la camilla hasta quedar sentado. Aparentemente la Sangre Corrompida no tenía repercusiones en el cuerpo, puesto que el chico ni se inmutó cuando gritó a viva voz:

—¡Padre, no! Escribí esa nota sin saber que la sangre me estaba afectando. Estaba bastante enfadado sin razón y por ello...

—Pero los hechos sucedieron de todas maneras, ¿no es así? —interrumpió el hombre de voz grave—. El chico robó tecnología y la utilizó para su beneficio. Rompió reglas fundamentales y ahora debe pagar el castigo.

—Recuerda que como líder, James, debes tener una visión imparcial —dijo el director. Finalmente, le hizo un gesto con el dedo a Mike y pronunció la sentencia—: Michael Johson, ven con nosotros a discutir tu castigo. Jacqueline —añadió—, encárgate de Felix...

Repentinamente, las sensaciones abandonaron al chico sin previo aviso. Como cuando se había desmayado, sintió cómo todo a su alrededor se oscurecía y cómo él se convertía en una consciencia flotante en la nada, únicamente con la capacidad de pensar. Inmediatamente, el chico supo que el recuerdo había terminado, así que debía estar volviendo a su cuerpo original.

Y ciertamente, tras unos instantes de inmaterialidad, la teoría de Felix se volvió realidad y la luz retornó a sus ojos.
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martes, 26 de julio de 2011

Nexus - Capítulo 2 (Sombra)

Esta vez quien nos trae el segundo capítulo del proyecto grupal Nexus es nada más y nada menos que Sombra, también conocido como Keitsuke Kiriyama por perder una apuesta. Como solemos hacer, tuvimos otra reunión en el grupo del MSN y discutimos el guión entre todos.
En el segundo capítulo Lily y Hitori discuten sobre qué sucedería si llegasen a instalar el software, al igual que otro par de protagonistas conversan sobre ello en clase de computación. Finalmente, Ethan decide tomar cartas en el asunto y... Bueno, dejaré que lo lean ustedes ;D


¡Buen provecho!


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Hitori buscó con la mirada a Lily, se suponía que habían quedado en la cafetería para hablar de aquel extraño programa informático llamado Nexus y sobre el CD que ella había mencionado. Finalmente la encontró en una mesa que se situaba al lado de una pared llena de cristaleras que daban directamente a un campo de futbol en el que varios alumnos (que a Hitori le parecían bastante atractivos) echaban un partido. 

Se acercó apurando el paso deseando hincar el diente a su plato de espaguetis con carne que desprendían un delicioso aroma. Tomó asiento frente a la chica y la saludó.

—Buen provecho—Dijo Hitori mirando con cierto desprecio a la ensalada que la chica estaba comiendo.

—¡Anda! Si es “Mister Nomevoyadespedirdenadie” —Reprochó Lily con sarcasmo haciendo que Hitori soltara un “¿Eh?” 

—Antes, en clase te marchaste sin despedirte—Le recordó con una fiera mirada asesina.

—Ah, vale—Consiguió recordar, aunque sin darle demasiada importancia—Sobre lo que quería hablar…

—Nexus ¿Verdad? —Preguntó para estar segura del tema que el chico quería tratar momentos antes de llevarse un tomate a la boca.

—Sip. Habías dicho que te habían dado un CD ¿Cierto?

—Si, alguien lo dejó en la puerta de mi casa—. Dijo sin darle mucha importancia, al fin y al cabo ella tenía admiradores por todas partes de la ciudad y no era la primera vez que le regalaban algo por las buenas, incluso en aquel momento notaba las miradas de algunos alumnos sobre ella que a su vez se dirigían con odio hacia Hitori por tener la suerte de almorzar con ella. —Malditos pajilleros—Pensó con cierta repulsión.

—¿Crees que es cierto eso de que con ese programa puedes hacer eso de meterte en los móviles o ordenadores de otros sin que el dueño se entere? —Continuó hablando Hitori sacando a Lily de sus pensamientos.

—No tengo ni idea, Yagari—Suspiró la chica llevándose un tomate a la boca—Aunque me parece algo demasiado raro, no creo que funcione. Piénsalo ¿Un programa informático así? Estarías violando la intimidad de la gente—Opinó después de masticar y tragar la comida.

—En eso no te falta razón—Contestó Hitori pensativo. Pero aquel programa le llamaba mucho la atención, le parecía interesante probarlo ¡Qué narices! Quería probarlo, por ejemplo en aquel Brian de su clase o incluso en aquel vecino suyo.

—Seguramente sea algo ilegal, aunque no niego que estaría bien utilizarlo al menos una vez…Para ver cómo funciona y tal. —Oye—Se interrumpió la chica a sí misma. —¿Por qué estás tan interesado en ese programa? No querrás cotillear en mis cosas o en las de alguna chica ¿Verdad?—Preguntó mirándole con desconfianza.

—¡No, no cotillearía a ninguna chica! —Exclamó ofendido—Hace poco estaba en la playa cuando encontré un pen-drive con una etiqueta con el nombre Nexus pegado en uno de sus lados. Lo instalé en mi ordenador pero no funcionó—Explicó tratando de que le creyera.

—Que raro —Comentó perdiendo el interés cuando Hitori mencionó su última palabra, tal vez esperaba otra frase que no fuera “pero no funcionó”. —Quizás es por tu ordenador que no tiene capacidad suficiente—Pensó. Hitori levantó la vista y la miró directamente.

—¿Por qué no pruebas a instalarlo tú también? Quizás a ti te funciona—Dijo metiendo su mano en el bolsillo de su pantalón y sacando el pen-drive que rezaba Nexus en la etiqueta que llevaba pegada en uno de sus lados. Lily cogió el pen-drive y lo miró brevemente antes de guardarlo en uno de los bolsillos de la chaqueta del uniforme escolar.

—Está bien—Se dio por vencida tras pensar las posibilidades de las que disponía en ese momento, aceptar el pen o rechazarlo rotundamente como ya había hecho con anterioridad con aquel CD que había lanzado como si de un frisbee se tratara.

Ethan había escuchado toda la conversación interesado, no pretendía ser cotilla pero es que él mismo había conseguido un CD con aquel nombre y si era cierto aquello que habían dicho aquel programa era sin duda el sueño de todo hacker. Decidió que al regresar a casa volvería a probar aquel programa tan prometedor, quizás solo necesitaba algún complemento más o tal vez no funcionaba con Windows y tendría que cambiar a Linux... en todo caso aquel programa había despertado en él un profundo interés.


***




Max salió del aula solo, como de costumbre. No se llevaba mal con nadie sin embargo tampoco se llevaba bien con alguien en concreto, a algunos de sus compañeros los conocía de otros cursos anteriores aunque ni siquiera con ellos tenía una relación de amistad. De vez en cuando conversaban en las horas muertas o antes de empezar las clases pero jamás había quedado con ellos para salir a tomar algo o a ninguna cena de clase como las que habían organizado en cursos anteriores. En aquel momento le tocaba informática, una de sus asignaturas favoritas aunque lo que enseñaban no era muy interesante ¿Realmente existía alguien que no supiera utilizar un programa tan simple como el Word o el Acess en la era de la información?

Tras unos minutos caminando por los pasillos del instituto llegó al aula donde ya había varias personas encendiendo sus ordenadores y metiendo la contraseña que el profesor les había dado en su primera clase y que había mandado mantener en secreto para evitar el robo de trabajos ajenos. Sujetó la funda de su guitarra que también le servía de mochila en el respaldo de la silla en la que se iba a sentar y tomó asiento, posteriormente se agachó para alcanzar la torre y darle al enorme botón de encendido.

Unas carcajadas le hicieron apartar la vista del monitor, un corro de cinco personas rodeaban a aquel chico que se sentaba en el ordenador de al lado suyo. Apenas había hablado con él a pesar de haber sido compañero suyo por segundo año consecutivo. Su nombre era Roger Flatt y era bastante popular desde el primer día. Su cabello corto y revoltoso era de un color oscuro y sus facciones delgadas y afiladas le daban un toque que le hacía aparentar avispado, era bastante alto y solía andar bastante erguido, con la cabeza bien alta. Normalmente estaba rodeado de chicos y chicas que parecían admirarle, a pesar de eso él no parecía tenerles especial cariño. Su elocuencia era legendaria en el instituto y solía salirse con la suya en los debates de clase retorciendo las cosas de forma que se pusieran a su favor.

Max dejó de prestar atención a aquel joven y volvió a posar su mirada en la pantalla. Tecleó la contraseña de su perfil y el logo de Windows le dio la bienvenida para posteriormente verse el wallpaper de una hermosa guitarra que había encontrado buscando imágenes en Google. Unos instantes después rebuscó en uno de los bolsillos de la funda de la guitarra una caja blanca que contenía aquel CD que había “aparecido” en su bolsillo. Había estado pensando que no era seguro arriesgar su propio ordenador por si contenía algún virus así que había esperado un poco más para probarlo en el instituto el cual tenía unos antivirus muy potentes, sin duda. Sacó el CD de la disquetera y lo dejó sobre la mesa mientras cerraba la cremallera de la funda.

—Ohayou Max-kun—Saludó la chica que se sentaba en el ordenador que quedaba a su derecha. Max la miró un segundo, se trataba de Lucy Baxter aunque todos solían llamarla por su apodo auto-impuesto; Michi. Una chica delgadita y con unos pechos bastante grandes en comparación con su pequeño cuerpo. Su pelo teñido de un extravagante color azul el cual llegaba hasta tan solo sus hombros era sin duda lo que más llamaba la atención de ella. No la conocía de mucho y solo habían hablado un par de veces aunque no le parecía una mala chica, al menos las veces que habían hablado siempre se había mostrado bastante amable aunque demasiado enérgica. Llevaba el uniforme femenino básico aunque ella parecía haberle hecho algunos apaños para darle un toque personal, por ejemplo en la falda había cosido un pequeño peluche de un personaje femenino de un manga que tenía el pelo rojo y solía ir vestida con un sujetador que tenía dibujos de llamas y además tenía un short. Otro detalle de su vestimenta era su diadema que mostraba unas orejas de gato en la parte superior de esta que le quedaban bastante graciosas. Alguna gente le tenía manía por ser como era aunque a Max no le gustaba eso ya que él en el fondo era parecido a ella con la diferencia de que no lo gritaba a los cuatro vientos ni mostraba tanto sus gustos.

—Buenos días—Respondió Max al saludo educadamente.

—¡Nya! —Exclamó molesta. —Ya te dije que no seas tan formal conmigo—Protestó sacando la lengua de una forma infantil que quedaba bastante bien en ella.

—Perdona—Se disculpó.

—No importa—Suspiró de una manera excesivamente sonora mientras se acomodaba en su asiento y encendía su ordenador.—¿Nexus? —Preguntó de pronto al ver el llamativo CD sobre la mesa.

—Si—Afirmó Max simplemente.

—¿Se supone que es música? —Preguntó curiosa intentando conocer el contenido del extraño disco.

—Es un programa informático—Contestó en voz baja.

—¡Nexus!—Exclamó haciendo que varios compañeros de la clase la miraran extrañados. —Es un nombre bastante sugoi para un programa informático-desu.

—Disculpa—Llamó una voz serena y seria a espaldas de Max. Se trataba de aquel chico que se sentaba en el ordenador del lado opuesto a aquella peculiar chica, Roger. Parecía haberse apartado de su grupo al haber escuchado el nombre del CD dejando a estos confusos por la repentina reacción de su popular compañero.

—¿Hmm? —Emitió Max aquel sonido para indicar que le estaba prestando atención.

—Creí haberos escuchado decir “Nexus” y me gustaría saber que es—Se explicó mientras señalaba el CD.

—Yo no sé mucho, la verdad—Contestó Max bajando la mirada un poco.

—Entiendo, pero ¿Qué es lo que sabes? —Presionó tratando de averiguar todo lo posible.

—Un programa informático, al parecer sirve para poder entrar en cualquier ordenador con un aparato que tenga conexión a internet, aunque entré en varios foros y todos decían que no funcionaba y que era una chorrada.

—Comprendo ¿Cómo has conseguido el CD? —Arremetió con otra pregunta sin apartar la mirada de Max haciendo que este bajara la vista ligeramente intimidado.

—Cuando me dirigía al estudio de grabación alguien me lo metió en un bolsillo de la chaqueta—Se explicó.

—Ahora que lo pienso, en la radio había escuchado algo de que el grupo ese en el que estáis ibais a grabar vuestro primer CD—Dijo con voz ensimismada. —¿Lo has instalado? —Continuó preguntando.

—Si, en mi reloj—Afirmó remangándose la camisa del uniforme y mostrando un reloj de tamaño considerable con una pantalla táctil que mostraba un menú lleno de diminutos iconos. Roger se llevó su mano a la barbilla.

—¿Lo has instalado en algún otro sitio? Puede ser que en ese reloj no funcione—Señaló al reloj.

—Lo iba a probar aquí, en clase. Pero empiezo a pensar que no es buena idea, si estropeo algo puedo meterme en un lio.

—Entiendo—Se giró. —Siento haber interrumpido Scarch, Baxter—Se despidió volviendo con su grupo.

—Hey, Max—Susurró Michi de pronto en su oído. Max se volteó hacia ella con una mirada interrogante. —¿Me dejarías el CD? Mañana te lo devuelvo—Prometió con voz suplicante. Max afirmó con la cabeza.

—Sin problema—Le dio el CD junto con una funda de plástico para evitar que se rallara.

—Arigato, ya te lo compensaré algún día—Agradeció con voz baja a la cual añadió un tono bastante sugerente a la par que le guiñaba un ojo haciendo que Max enrojeciera al instante. La chica se rió escandalosamente al ver la reacción del chico. Max apartó la vista de ella intentando disimular la rojez de su cara.

—Que moe—Sonrió la chica—Siempre tan tímido…

El profesor interrumpió las risas y conversaciones que los alumnos estaban llevando a cabo mandando sentarte a todos de un enfadado grito que hizo que todos obedecieran al instante. Al cabo de unos pocos segundos el silencio cubrió la clase, silencio roto por los ventiladores de los ordenadores y el profesor, el cual explicaba de mala gana el funcionamiento de un programa informático.


***



Ethan llegó por fin a casa después de un largo y aburrido día de clase. Su abuelo no parecía estar, o quizás estaba durmiendo en su habitación. De todos modos evitó hacer ruido y se metió en su habitación lo más rápido posible.

Apoyó su mochila a los pies de la cama y se dirigió a la mesa del ordenador donde reposaba el CD en el que estaba escrito Nexus con un permanente de color negro. Si era cierto lo que aquellos dos habían comentado se trataba de un programa informático sin duda interesante. Ya lo había instalado el día que lo encontrara pero esa vez trataría de ir más en serio. En primer lugar borró el acceso y trató de desinstalarlo. La sorpresa apareció cuando el programa no dejaba borrarse ni tenía nada para desinstalarlo.

Volvió a buscar a crear el acceso directo y trató de entrar en el programa de nuevo, esta vez pasó algo. La pantalla se volvió negra y en el centro de la pantalla apareció un mensaje con letras de color verde que mezclaban letras y números


W3Lc0M3 T0 N3?U5
-3TH4N 5N0W-


¿Su nombre? ¿Cómo ese programa podía saber su nombre real? ¿Quizás lo había extraído del nombre de usuario que tenía en el ordenador? Un recuadro en blanco apareció debajo de aquel inquietante mensaje, en él se le requería meter un nickname. Sin fiarse mucho trató de salir del programa, pero no parecía poder hacer nada para salir, acto seguido intentó reiniciar el ordenador, dándole al botón de reinicio de la torre aunque tampoco funcionaba aquel método. Extrañado y harto desenchufó el ordenador aunque la sorpresa fue cuando vio que la pantalla seguía encendida y todavía le pedía meter el nickname. Un nuevo mensaje apareció en la pantalla, esta vez con letras rojas y amenazantes.


3THAN 5NOW
1NTR0DUZC4 3L N1cN4M3 51 N0 0,u13RE 
M0R1R



Ethan leyó el mensaje dos veces sin poder creérselo todavía, no sabía si debía tomárselo como una broma de mal gusto o como algo serio ¡Joder, el ordenador no debería funcionar sin corriente! Quizás había una cámara oculta en alguna parte de la habitación y en cualquier momento aparecerían los de la tele gritando que era parte de un show televisivo o algo así. De todos modos era mejor seguir la corriente al tema para luego olvidarse para siempre ¿Qué perdía por poner un Nickname? Con eso no estaba dando ningún dato sobre él así que no debería de pasarle nada.

Meditó unos segundos un nombre que le gustara, finalmente se decantó por PhantomWolf, un nombre que sin duda sonaba fantástico. Ethan le dio aceptar al introducir el nick, el mensaje del ordenador y el cuadro del nickname desaparecieron en la negrura de la pantalla, una serie de ceros y unos de color verde comenzaron a invadir la pantalla y tan rápido como aquellos números aparecieron se fueron. La pantalla negra comenzó a desaparecer mostrando el escritorio tal y como lo había dejado con una diferencia, en la parte superior derecha de la pantalla había aparecido un contador el cual marcaba una cuenta atrás y no quedaba ni una semana para que llegara a cero.
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Feliz cumpleaños a mí~~

No, esto no es un post patético para pedir felicitaciones por parte de mis lectores de una manera Forever Alone. No, simplemente quiero resaltar lo irónico que es que una gran oportunidad para Psique se haya presentado un día antes de mi cumpleaños.
Y te preguntarás, lector, ¿qué clase de oportunidad? ¿Finalmente te aceptaron en una editorial? ¿Harán una película Youtubera? ¿Finalmente alguien te hizo un FanArt? qNo

En realidad, Psique ha sido aceptado en una maravillosa revista online, de nombre (irónicamente) ¡No lo leas!, junto a otras muy buenas historias como Eterna Oscura, El Ocaso del Alba, La Triquiñuela del Embaucador... Empezando con la revista #86, ya pueden seguir una versión corregida y mejorada (no prometo que sea la definitiva) de Psique desde el principio. Recomiendo que visiten el sitio, puesto que las cuatro novelas mencionadas no son las únicas que merecen ser leídas ;)

¡Así que pasen por ¡No lo leas! (http://nololeas.co.cc/wordpress/) y deleiten sus pupilas con esta magnífica recopilación de magníficas historias!



















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viernes, 22 de julio de 2011

Nexus - Capítulo 1 (Zero)

Como soy el líder, el primer capítulo del proyecto grupal Nexus estuvo bajo mi responsabilidad. Tuvimos una reunión por MSN para discutir la dirección de la historia y al final terminamos haciendo el guión del primer cap. En este la arrogante Lily Flynn conoce al agradable Hitori Yagari, y ambos descubren que tienen un punto en común...

¡Que aproveche!

Nota: Artwork al DeSu Style al final :3

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15 de septiembre del 2014. Lily Flynn durmió más de lo debido ese día.

Despertó media hora más tarde de lo habitual porque el cable de su reloj digital despertador se había soltado del enchufe mientras dormía; a las 4:23 de la madrugada, para ser exactos. Probablemente su gato se había puesto a hacer travesuras a mitad de la noche, o tal vez ella misma lo había desconectado durante uno de sus muchos actos de sonambulismo. Si se quedaba dormida, como en este caso, su madre debía levantarla (en teoría, puesto que Lily jamás se había despertado tarde, hasta ese día), pero ésta había decidido hacerlo más tarde de lo esperado.

Enfadada con el universo, karma, dios o cualquier fuerza superior que le había echado a perder el día desde la mañana, se apresuró a levantarse de la cama y tomar su ropa. Por suerte, ella tenía la costumbre de preparar todo la noche anterior, así que su uniforme escolar, ya limpio y planchado, estaba listo y colgaba de un pequeño gancho en la pared. Si no tuviese esa costumbre, seguramente habría perdido valiosos minutos de preparación.

Lily se dio una rápida ducha con agua fría, pues no quiso desperdiciar tiempo esperando a que el agua se calentara. El baño helado la despertó por completo y milagrosamente enfrió sus ganas de enfadarse con el mundo, cosa que muchos agradecerían debido a su temperamento. Después de todo, ella podía ser un demonio si lo necesitaba, aunque era cierto que generalmente era dulce y juguetona. No era feminista, pero creía que podía defenderse de e incluso dominar a gran parte de los hombres. Y éstos estaban perfectamente conscientes de ello.

Tras enjuagarse bien y asegurarse de que no tenía ninguna sola burbuja en el cuerpo o en el cabello, cerró la llave y tomó su toalla. Decidió que no usaría la secadora de pelo para ahorrar tiempo, así que simplemente se frotó velozmente y se puso la ropa, la cual había colgado en el baño de antemano, sobre su cuerpo húmedo.

Por anticuado que pareciese, su academia tenía reglas estrictas en cuanto a vestimenta, por lo que obligaba a sus estudiantes a utilizar uniforme. Aunque en un principio a los alumnos les parecía algo ridículo debido a su edad y se quejaban frecuentemente, al final terminaban acostumbrándose a llevarlo. Era, de hecho, una característica bien reconocida alrededor de la ciudad. “Oh, hey, ¿usas uniforme en la preparatoria? Seguro que estudias en la Academia de la Laguna, ¿a que sí?”. Los estudiantes varones siempre llevaban un conjunto de traje: camisa blanca de mangas largas con un saco azul oscuro por encima (el cual llevaba el emblema de la academia en el corazón), pantalón de vestir del mismo color, y zapatos y corbata negros. Por el lado de las chicas, el uniforme simplemente se veía “feminizado”: el pantalón era reemplazado por una falda, por supuesto, y la chaqueta era un poco más pequeña, como para resaltar la figura. Fuera de ello, era exactamente el mismo. Para ser capaz de sobrevivir sin quejarse durante su primer año, Lily intentó convencerse de que los estudiantes de Hogwarts lo tenían peor, pues llevaban eso, más una capa y sombrero.

Finalmente logró ponerse todo su uniforme, cepillarse el cabello, limpiarse los dientes y ponerse crema hidratante como de costumbre. Apresurada, abandonó el cuarto de baño y se dirigió de nuevo a su habitación para revisar que todo lo necesario estuviese en su mochila. Era poco probable que olvidara algo, puesto que, al igual que hacía con su uniforme, arreglaba sus pertenencias antes de irse a dormir. No obstante, si el karma se había encargado de apagar su despertador, era posible que le sacara algo de la mochila o descompusiera el motor del autobús.

—Probablemente tome un taxi hoy... —murmuró Lily, ensimismada, una vez consideró la posibilidad. Era la más probable acción que el universo tomaría, ahora que había confirmado que todo (monedero, llaves, credencial, libros y bolígrafos) estaba dentro de su mochila.

Mientras bajaba corriendo las escaleras, se preguntó qué había hecho para que los dioses la castigaran. ¿Acaso era por decirle a Nathalie Hamilton que no tenía madera de modelo, incluso si no quiso ofenderla? ¿Tal vez por echarle en cara a Emily Wells lo pequeños que eran sus pechos? ¿O era por rechazar por enésima vez una invitación de su vecino Ken? La última vez que había hablado con él había sido dos días antes, cuando tocó a la puerta y, seguramente nervioso, se había ido antes de que Lily pudiera abrirle.

Se permitió perder algunos instantes de su carrera para detenerse en la cocina a robarle una rebanada de pan tostado a su hermano Kyle, quien había vuelto de Seattle la noche anterior, aunque esta vez acompañado por “su prometida”. Éste seguramente había abandonado su desayuno para ir al baño en el último minuto o a hacer alguna cosa sucia con su novia (quién sabe, tal vez ambas), la cual también se encontraba viviendo con ellos en esos momentos, mientras Kyle buscaba una casa que pudiera permitirse con su sueldo.

Lily suspiró, recordando con nostalgia cuando en aquella familia vivían solamente tres hermanos, en armonía a pesar de sus constantes riñas infantiles. Ahora con Kyle finalmente considerando el matrimonio y con su otro hermano estudiando lejos de casa, ella se encontraba prácticamente sola y aburrida. Y, aunque le costaba admitirlo, eso la hacía sentir deprimida de vez en cuando.

—Ojalá... algo interesante pasara...—se dijo, ensimismada, masticando el seco trozo de pan. Tras echarle una rápida ojeada al reloj de pared, decidió que ya era hora de irse—. ¡Me voy, ma'! —añadió, esta vez en voz en grito, a la par que abría la puerta principal de un tirón y salía al jardín. Se aseguró de escuchar la voz ahogada e intentendible de su madre responderle, seguramente bendiciéndola o deseándole un buen día; y apenas lo hizo, cerró de un portazo y se olvidó de echarle llave.

Levantó la cabeza hacia el cielo para intentar predecir el clima de aquel día. Había una cantidad alarmante de nubes grises, pero probablemente pasarían de largo la ciudad. Y en dado caso de que llegase a llover, lo más seguro es que fuese un simple y efímero aguacero. Por lo tanto, prefirió dejar el paraguas en casa.

Mientras caminaba con la cabeza en alto, tropezó accidentalmente con su gato.

Maldiciéndole al karma de nuevo, dio media vuelta para ir a recoger su paraguas.


15 de septiembre de 2014 y Hitori Yagari inició aquel día como cualquiera. Su despertador no fue desconectado y no tuvo que ducharse con agua fría. No tuvo prisa alguna en ponerse su uniforme, e incluso se permitió desaparecer un poco del mundo físico mientras se ponía los calcetines, teniendo numerosos pensamientos sin relación alguna, como si había olvidado hacer algún reporte o si llovería igual que el día anterior.

Su tiempo de preparación no fue mucho: probablemente sólo tuvo problemas para darle el visto bueno a su cabello, que tenía que estar perfecto por si llegaba a encontrarse con su vecino o alguien que pudiera interesarse en él. Pero exceptuando aquello, la mañana transcurrió con tranquilidad. Su MP4 estaba cargado hasta el tope, el anillo plateado de Ben seguía en su dedo y en la cocina aún quedaban galletas con chispas, así que podía comerse algunas en el camino. Sí, todo estuvo tranquilo.

No hizo mucho antes de irse: cepillarse los dientes, ponerse algo de desodorante, beber un poco de agua... Hacer la cama justo después de despertarse, poner la ropa sucia en el cesto o prepararse un desayuno no eran costumbres suyas, así que tampoco había mucho que hacer en la mañana. Simplemente se despediría de su madre y daría su tiempo de preparación como terminado.

Su casa, bastante cercana a la playa, estaba algo lejos de la academia, por lo que Hitori no podía hacer el trayecto caminando (a menos que se levantara mucho más temprano, pero la idea no le agradaba mucho). Generalmente tomaba el transporte público o un taxi, aunque ocasionalmente su madre se ofrecía a llevarlo. Sin embargo, ese día no fue una de esas dichas ocasiones, así que Hitori decidió tomar el autobús. No el del colegio (pues no llegaba tan lejos), sino el público, donde no había tanto alboroto.

Como de costumbre, ignoró el paragüero del pasillo y salió hasta las escaleras del edificio. Desde allí, a través de una pequeña y sucia ventana, contempló el cielo teñido por los suaves y agradables colores del amanecer. A lo lejos, se distinguía el perfecto horizonte marino reflejando el sol matutino.

—Qué vista más bonita... —se dijo el chico, a la par que se colocaba sus auriculares y comenzaba a bajar por las escaleras. Después de echarle una última ojeada al mar, no pudo evitar que en su rostro se dibujara una leve sonrisa.


Al final, resultó que Lily llegó más temprano que de costumbre. Unos cuantos minutos, solamente, pero más temprano al fin y al cabo. Con las prisas que llevaba, se las arregló para tomar el primer autobús que vio sin preocuparse siquiera por la hora; al final, el transporte al que subió era el de las 6:30, cuando la chica solía tomar el de las 6:45. Tardó cerca de diez minutos en llegar a la academia, como todos los días, donde se encontró, sorprendida, con los pasillos prácticamente vacíos. Fue allí donde tuvo la brillante idea de mirar el reloj de su móvil. Se sintió tonta y avergonzada, pero agradeció que no hubiese nadie para verla haciendo semejante ridículo.

La sensación que le transmitía ver su aula de química completamente vacía y en penumbra era un poco deprimente, aunque satisfactoria a la vez. Como bien alguien dijo alguna vez, “lo malo de la puntualidad es que no habrá nadie para presenciarla”. ¡Falso! Lily estuvo allí para verse llegar temprano a sí misma y eso le hacía sentirse orgullosa. Siempre había llegado temprano a clase y no había faltado ni un solo día. Y ese día no iba a ser la excepción.

Lily bostezó. A pesar de que había dormido un poco más, se sentía más cansada que de costumbre; probablemente era así porque su reloj biológico, tras haber notado que la chica no despertaba a las 5:30 de la mañana, pensó que era sábado o un día festivo, así que decidió entrar en sueño REM una vez más. ¿Y si recuperaba ese cansancio durmiendo un poco antes de clase? Siendo técnicos, no estaría rompiendo ninguna regla mientras se despertase antes de que sonara la campana, ¿no? Sí, el reglamento no decía nada sobre...

Hitori encendió la luz del aula sin previo aviso, arrastrando a Lily súbitamente al mundo real una vez más. La chica, estudiante modelo de la academia, no podía permitirse que nadie la viera en un estado tan nefasto, —¿Ella, Lily Flynn, durmiendo en el colegio? ¡Sería algo vergonzoso y lamentable si la gente llegase a saberlo!— así que se irguió en un instante y se acomodó el cabello y el sombrero cabbie con unas manos tan rápidas que cualquier experto de artes marciales envidiaría. La maniobra casi le salía perfecta, sino fuese porque se puso nerviosa en el último minuto y se golpeó la rodilla con la mesa justo cuando Hitori daba la media vuelta.

Fue divertido. Inevitablemente, Hitori dejó escapar una risita, la cual quiso enmascarar como una tos. La chica lo notó de inmediato y, con las manos todavía bajo la mesa de laboratorio y dagas en los ojos, se lo recriminó:

—¡No es gracioso! ¡Me ha dolido, sabes!

Hitori se encogió de hombros y se apuntó con el índice a la oreja. Como llevaba puestos los auriculares, lo más probable es que esa chica pensara que no había oído sus quejas y que no había manera de entender lo que decía. Pero para él, que tenía su música a un volumen mínimo, las protestas eran perfectamente entendibles... y molestas.

—¡Yagari! —chilló—. No soy idiota, ¡no tienes el derecho puesto!

Oh, sí, sabía que algo andaba mal... Pero que la chica se hubiese dado cuenta no le importó mucho; lo que le interesó fue el hecho de que lo hubiera llamado por su apellido. ¿La conocía de antes? Por su parte, no podía estar seguro. Pero por la de ella; bueno, las clases habían comenzado hacía sólo una semana, así que era algo particular que la joven se hubiese familiarizado con su nombre en tan poco tiempo.

—Oh, perdona... tú... —se quiso disculpar el estudiante, pero se detuvo a medio camino al darse cuenta de que, efectivamente, no conocía a esa chica. Sí, la había visto alguna vez en los pasillos, y habían tenido esta misma clase, química, juntos; pero, en cuanto al nombre se trataba, nada aparecía en la mente del chico.

—¡Flynn! ¡Lily Flynn! —terminó ésta, ofendida porque hubiese alguien que no la reconociera. Tal vez se estaba acostumbrando demasiado a que le dijeran “Hey, ¡tú eres esa chica de esa revista!”; probablemente era culpa de su vecino acosador. Lily apartó la mirada de Hitori, soltó un largo suspiro y volvió a recargarse en la mesa de metal. Y luego—: ¡Ah! —se levantó de un saltó—. ¡No estaba dormida, Yagari, para que quede claro!

Si se hubiese tratado de uno de los animes que veía, a Hitori le hubiera salido una gran interrogante sobre la cabeza. Pero como no lo era, lo único que pudo expresar fue:

—¿...eh...?

—¡Sólo estaba descansando los ojos! —continuó la chica, quien asumió que su compañero estaba entendiendo el mensaje—. Ayer estuve... anoche estuve planeando una sesión de fotos —mintió.

—¿Sesión de fotos? —repitió Hitori, comenzando a hacerse una idea de lo que Lily Flynn era. ¿Acaso era famosa? ¿Cantante, actriz, bailarina?

—Modelo —dijo simplemente, como si le hubiera leído el pensamiento al chico. Orgullosa, se acomodó el cabello y mostró su sonrisa de fotografía. Pero Hitori no pareció inmutarse en lo más mínimo. Parecía que tenía puesta la vista en otro sitio, encima de su cabeza...

—¿Cómo puedes ser modelo teniendo tan mal sentido de la moda? —inquirió, señalando a Lily con el índice—. Los sombreros de ese tipo no se llevan así.

—¿Qué? —soltó Lily, incapaz de comprender. Curiosa, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a palpar el sombrero que llevaba puesto—. ¡Ah! —soltó luego de que notara que lo tenía ladeado y al revés. Tras reacomodarlo, le insultó—: ¡Eres una horrible persona!

Acto seguido, Lily giró su asiento para darle la espalda y se volvió a recargar en la mesa. A Hitori le pareció un gesto muy infantil, aunque adorable. No le interesaban las chicas, era cierto, pero eso no le impedía darse cuenta de que Lily era una joven muy bonita y, como tal, seguramente le había sentado mal su anterior comentario.

—Ains... —bufó el chico, dejando su mochila en el suelo junto a la mesa. Dudó unos pocos segundos, pero después se decidió a tomar asiento en el otro banco, al lado de Lily.

Generalmente él era amigable con las personas, pero también tenía sus límites, los cuales le impedían tratar con una persona tan exageerada como Lily Flynn. Aunque... la chica parecía un poco deprimida... ¡No! ¡Seguro que era uno de sus trucos femeninos para llamar la atención! Ella sola podría alegrarse el día. Él no tenía ninguna jodida necesidad de...

—Así que... modelo, ¿no? —repitió el chico, con la mirada clavada en el techo para evitar ver a la chica. Lily lo notó y aprovechó para liberar una sonrisilla malvada. La chica, que había crecido con dos hermanos mayores, tras hartarse de mantenerse defensiva siempre, con el tiempo aprendió a atacar con estrategias cada vez más ingeniosas, incluyendo, por supuesto, las más astutas trampas.

Hitori era distinto al resto de los muchachos de la escuela: no le importaba en absoluto si ella era modelo o no. Era un hombre “sin apetito”, por llamarlo de alguna manera, lo que lo convertía en una de las pocas personas que podía mirar a Lily a los ojos sin imaginarla con toda la colección de verano puesta. Sin duda, era alguien a quien no dejaría escapar.


Esta vez, el karma había decidido cambiarse de bando: como se habían sentado en la misma mesa de antemano, Hitori Yagari y Lily Flynn terminaron siendo escogidos como compañeros de laboratorio por el profesor de química, el señor Green. Exactamente como la chica lo había planeado en un principio, de hecho. No fue muy difícil; a decir verdad, puesto que el Sr. Green era, básicamente, un vago reconocido por la sociedad: sus castigos consistían en revisar deberes y exámenes, daba todas las lecciones leyendo el libro de texto sin cambiar una sola palabra, sacar una A+ en los experimentos era tremendamente fácil y, lo más importante para los alumnos de esa clase, uno podía ser pareja de quien quisiera. Como el profesor no tenía que esforzarse pensando en cómo ordenar los equipos, aceptaba aquellas “sugerencias” con mucho gusto.

Lily estaba perfectamente consciente de ello; pero Hitori, por otro lado, que no había tenido clase con el Sr. Green jamás, fue atrapado en la estrategia de la chica como una delicada mariposa den la red de una hambrienta araña.

—¿Por qué... he terminado aquí...? —se decía Hitori, ensimismado, mientras miraba sin ver cómo Lily vertía contenidos líquidos en un vaso de precipitado. La chica parecía disfrutar los cambios de color del líquido y la manera en la que los sólidos se agitaban en el fondo. Alegremente, tarareaba una canción cuyo nombre Hitori no pudo recordar, pero conocía de algún lado; y antes de que se diese cuenta, el distraído chico ya se encontraba acompañando a su compañera en armonía.

—Kick it up a notch —dijo Lily, sin apartar la mirada del tubo de ensayo que sostenía en la mano. Extrañado, Hitori sólo pudo responder con un “¿Eh?” que lo hizo sentir un poco estúpido. Como si la chica hubiera sabido de antemano que su compañero no entendería la frase, repitió casi al instante—: Kick it up a notch. Así se llama. Es de un musical de hace tres años.

—¡Ah! —soltó Hitori, recordando de pronto cómo lo había visto a través de Internet por petición de un amigo. No, de hecho—: Sólo lo pasaban por Youtube, ¿no?

—Ajá. Últimamente el Internet crece demasiado, ¿no crees? —Lily se giró hacia él y le dedicó una sonrisa—. Vlogs, Podcasts, Blognovelas...

—Claro... —coincidió el chico, pese a que no estaba escuchándola en realidad. Había vuelto a distraerse al mirar al frente y toparse con la mirada de Brian Saunders. No pudo ignorar los pequeños ojos azules con largas pestañas, que se encontraban viendo en dirección a la mesa de laboratorio donde Hitori estaba... Por Dios, estaba mirando a Lily, ¿verdad?

—...hacer videochat con varias personas, además. Creo que si tienes... —continuaba Lily, ignorante a que Hitori no la escuchaba, puesto que tenía la mirada puesta en su vaso de precipitado, en el cual agitaba una sustancia de color celeste.

—Sí... —contestó el chico, sintiéndose derrotado pero todavía sosteniendo la mirada a la mesa de Brian. ¿Podría el ser modelo también...? En silencio, comenzó a considerar la posibilidad. ¿Tenía que contactar a una agencia sin importar el momento o debía esperar a que ésta estuviese buscando gente? ¿Habría problema alguno si...?

—Se llama Nexus —de pronto, la voz de Brian sacó a Hitori de sus pensamientos. El muchacho seguía viendo embelesado a Lily, y aparentemente también la había estado escuchando con atención, pues la había interrumpido para aclararle que el software que había mencionado tenía nombre. Y, extrañamente, ese nombre le sonaba mucho a Hitori...

—¿Nexus, dijiste? —inquirió, interviniendo de una manera poco educada.

—Sí... Flynn hablaba sobre un programa hacker o algo así —explicó el joven—. Lo he leído por allí. Si lo metes en un aparato portátil con Wi-Fi, puedes conectar y explorar otros sin necesidad de pedir permiso.

—O sea que si lo instalo, digamos, en mi MP4...

—¿Tiene conexión sin cables? —interrumpió Brian.

—Sí —confirmó Hitori, sacándoselo del bolsillo y mostrándoselo a su compañero—. Aunque nunca lo he usado, no sé si...

—Mira, si le metes el Nexus ése, puedes ver lo que tiene el móvil de Flynn sin que ella se dé cuenta. Es sólo un ejemplo y... ¡Ah! —de pronto, el rostro de Brian se iluminó. El chico se giró y le susurró algo a su compañero de laboratorio, que segundos después le pasó un PSP por debajo de la mesa.

—Nexus, ¿no? —dijo Lily, mirando a su pareja ahora que Brian se había dado la vuelta—. Qué raro, creo que el CD que recibí decía ese nombre...

—¿CD? —repitió Hitori, mientras en su memoria aparecía un Pendrive abandonado en la playa, con una pequeña etiqueta que ilustraba un borroso graffiti. Un Pendrive que contenía un programa que ahora estaba instalado en su ordenador personal. Tras decidirse a llegar al fondo del asunto, el chico llamó—: Flynn.

—¿Hmmm?

—Dijiste que tenías el Nexus ése, ¿no?

—Emm... No realmente, yo...

—Hablaremos en el almuerzo. Tienes el cuarto periodo libre, ¿no? —tras escuchar la campana marcar el fin de la primera clase, Hitori tomó sus cosas, se levantó de la mesa y salió del aula sin despedirse de nadie. Ni siquiera de su compañera de laboratorio, quien lo llamaba, indignada por, su apellido.

15 de septiembre de 2014 y, por azares del destino, Lily Flynn y Hitori Yagari habían sido elegidos como compañeros de laboratorio.

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Seguramente habrá gente que reconocerá esta plantilla. Originalmente es de color rojo, no tiene fecha y lleva un símbolo de un demonio al lado de la señal... sí, es el fondo utilizado en el COMP, en la sección de perfiles, del videojuego de Atlus, Devil Survivor. Resulta que tanto Sombra como yo somos fans del juego y como la mecánica de "invocación" será un poco parecida al final se me vino a la cabeza esta idea.

¿Verdad que el perfil de Lily me ha quedado precioso? :3

El co-líder Hitori para la próxima~~
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